Santiago Cortés, presidente de HP en España, defiende el periódico de papel a la carta gracias a internet y a las nuevas tecnologías de impresión. "Es la nueva generación en la prensa. La prensa ha avanzado mucho en tecnologías de impresión. Pero, como modelo de distribución, está en el siglo XIX".
No cabe duda. Los gratuitos ya han revolucionado la distribución y la comercialización cuando la prensa en España depende de unos kioscos obsoletos y poco funcionales, y ha sido incapaz de desarrollar las suscripciones.
"Yo tengo un perfil de usuario y irme a un kiosco. Mi perfil está recogido en una tarjeta magnética. La introduzco y, en un minuto, tengo mi periódico, con los temas y las secciones que me interesan y con un formato igual al de los diarios que usted puede comprar hoy". Lo dice un ejecutivo del negocio de las tecnologías de la impresión.
Es la opción en la que empiezan a avanzar proyectos como El País 24 horas o el recientemente anunciado G24 por The Guardian.
Son proyectos de convergencia de papel, internet, información actualizada (prolongación de la vida útil del diario), distribución personal, gratuita y con costes de impresión a cargo del consumidor pensados para esclavos del papel, gente que prefiere imprimir páginas a utilizar dispositivos móviles electrónicos.
Tienen un sentido mientras los esclavos del papel existan, pero no en un futuro de lectores acostumbrados a los soportes digitales.
Son periódicos de lectura rápida (para el tránsito al trabajo, de vuelta a casa, a una reunión, en un viaje de avión) donde las ventajas del papel son menores que en contenidos de lectura reposada.
¿Hay un mercado para los kioscos digitales? Lo dudo mucho para los diarios, productos perecederos. Puede ser incómodo leer un ebook, pero menos un soporte informativo. Sólo hay que ver el escaso tirón de las ediciones digitales o en pdf.
En un escenario de dispositivos móviles digitales con acceso inalámbrico amplio o universal y distribución de periódicos gratuitos (matutinos y vespertinos), el mercado para la impresión personalizada de diarios es casi residual.
Nostalgias de los esclavos del papel cuando lo que importa es el contenido.