Thursday, June 29, 2006

Sobreexposición

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero por fin ha hablado. Casi una hora después de lo anunciado. Utilizando el Congreso como sala de prensa, repitió su "largo, duro y difícil" camino hacia la paz con garantías para la legalidad, las víctimas y la oposición.
Zapatero pidió también "la colaboración de todos los medios de comunicación teniendo en cuenta el alcance del proceso que vamos a vivir".
Cuando los políticos piden la colaboración de la prensa es mejor atrincherarse con el cargador lleno de información.
Si algo ha sobrado en este camino hasta el momento ha sido sobreexposición. Tanto que la propia comparecencia del presidente sin diputados enfrente ha sido un acto de propaganda diseñado por él mismo. Se marcó fechas que nadie le exigió -al menos que se sepa- y la comunicación al Congreso ha acabado en rueda de prensa de toma y daca con Rajoy para que todos repitan lo ya dicho.
Zapatero teme a la prensa después de haber querido montar una gran operación de política espectáculo. La sobreexposición quema. Demasiados encontronazos, demasiadas manifestaciones de víctimas, demasiado Otegui, y los jueces, demasiadas columnas y editoriales, mucho rumor y poca información.
El gran escenario se ha llenado de actores en un coro vociferante donde al presidente sólo se le oye la misma letanía.
Los medios deben cumplir con su labor de información y servir sólo al público, sin ataduras con los partidos. Precisamente ese es uno de los mayores problemas del periodismo español. Pero el propio Zapatero se ha prestado a ese juego al tratar a algunos periodistas como a líderes de la oposición.
Cuando los periodistas juegan a la política, la información se resiente y la opinión la encubre. Cuando los políticos piden colaboración a la prensa siempre demandan obediencia.
Zapatero olvida las lecciones del 11M y avanza por la misma senda de su antecesor intentando dirigir la información. Una sociedad mejor informada es más libre. No se necesitan tantas declaraciones, tanta sobreexposición, y sí más transparencia y sinceridad, que pueden ir unidas a la discreción para evitar el exceso de ruido.
Eso era el talante, no la saturación.