Los periodistas reciben demasiadas notas de prensa y además son muy malas. Sólo un 12% son publicables, según los profesionales de medios nacionales, y algo más en los locales. Los reporteros confían en sus contactos personales y sólo una de cada tres convocatorias es aprovechable. Prefieren el correo electrónico para recibir los comunicados.
Son algunas conclusiones del estudio sobre las relaciones prensa, empresas e instituciones realizado con el apoyo de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE).
Algunos datos de la encuesta indican que internet se utiliza cada día más como fuente informativa: el 64% de los entrevistados cree que las páginas web corporativas e institucionales son muy o bastante útiles, aunque pocos las valoran, la mayoría de las veces por falta de actualización o información rigurosa y de calidad.
Los más críticos son los periodistas de televisión por falta de imágenes.
A pesar de la protesta por el exceso de comunicación y el inadecuado trabajo de muchos gabinetes de prensa, el estudio revela una vez más algunos males endémicos del periodismo:
>> la sobreabundancia de comunicación resta tiempo para la información;
>> dos de cada tres convocatorias son inútiles, pero un tercio de los periodistas y más del 40% de los de prensa creen que se debe acudir siempre;
>> los periodistas van a las ruedas de prensa para conseguir declaraciones;
>> se pasa demasiado tiempo en la redacción.
Resultado: periodismo uniforme, poco diferenciado, aburrido y reiterativo, abundancia de comunicación y muy poca información, escaso tratamiento de los datos, pocas historias y muchas declaraciones.
Es difícil salir de estas enfermedades. La saturación de comunicación, a menudo irrelevante o puro marketing, resta recursos para la búsqueda de información de calidad e interés. La transparencia de empresas e instituciones es todavía débil y los registros documentales públicos son pocos y de difícil acceso. En muchos casos los periodistas no están formados en utilizarlos.
El periodismo español sufre déficit de documentación. Difunde información poco fundada y depende demasiado de ciertas fuentes muy interesadas para conseguir algunos datos, normalmente sesgados y sometidos al designio de las fuentes.
Todos cubren lo mismo y de la misma forma. El problema no son los acontecimientos, sino las convocatorias. Los montajes de relaciones institucionales son demasiados y los últimos años están dominados por la resistencia de los convocantes a contestar preguntas y el poco interés de muchos periodistas por hacerlas. Es desolador ver montajes propagandísticos o publicitarios asumidos como actos informativos y negativas a contestar preguntas sin suficiente resistencia de los informadores y los medios, que normalmente respaldan y defienden poco a sus periodistas.
Muy pocas veces se cuenta, así que el público no sabe de esas barreras y acusa a los periodistas de falta de información.
Ver el desfile mediático del poder en España llega a extremos de sainete en algunos eventos.
El imperio del periodismo declarativo. Cuando no se tiene suficiente información ni capacidad para analizarla. Cuando no hay historias por falta de interés o tiempo para buscarlas, la solución fácil son las declaraciones: citas, abres comillas y la información está enriquecida.
No. La gran mayoría de las declaraciones son redundantes y no aportan valor a la información. Peor. La retahila de entrecomillados es cansina, va en contra de la economía informativa y hace perder el tiempo a los lectores.
Mucho tiempo en la redacción. Poco con las fuentes, explorando lugares y acontecimientos. La paradoja es que algunos periodistas pasan mucho tiempo en lugares llenos de periodistas para cubrir el mismo acontecimiento con el mismo enfoque (o casi) mientras el resto de la realidad vive al margen del ojo público.
Cada vez hay más información de puertas adentro, pero el periodismo sigue necesitando el contacto con la gente y la realidad. El problema es la agenda común. La mayoría de los responsables informativos viven atenazados por el miedo a no publicar lo que todos dan. Tan pendientes estamos de lo que todos dicen que casi nadie cuenta historias, noticias, reportajes distintos. La mayoría de los recursos se concentran en la agenda institucional y común. El ojo, el olfato del reportero vive confinado bajo la tiranía de "no hemos dado ese breve".
El problema de la comunicación es la invasión. El problema del periodismo es publicar información interesante y relevante para el público. Que no se preocupe por la agenda de otros o que la utilice como complementaria, no como sustitutiva.
Cuando los medios son redundantes y tan parecidos el valor añadido, el diferencial, no existe. Cuando a la actualidad se puede llegar por cualquier medio no hace falta distinguir y buscar. ¿Cómo quejarse entonces de la crisis de la información? Ahí está la imbatible ventaja de la gratuidad y la accesibilidad.
Cuando es redundante y poco interesante los medios más rápidos y legibles ganan. Hay demasiada confusión entre profundidad y sobredimensionamiento en el periodismo español. Cualquier diario es un monumento a ese mal, sometido a unas maquetas adecuadas para la producción en serie pero inútiles para el atractivo, los ritmos y la diferenciación entre noticias rápidas e información de lectura reposada.
La solución pasa por la apuesta, los criterios, por diseñar productos adecuados al público que en realidad tienen o pueden alcanzar y huir de generalismos que ya no existen. Aumentar la calidad y utilizar las herramientas y recursos comunes para cubrir la información común. Apostar por el interés y no por falsos criterios de jerarquía informativa.
Explorar y arriesgarse. Saber ver y buscar, buscar y buscar. Conocer a tu público y averiguar qué le gusta, qué necesita y qué debe saber.
Escuchar y oír a los lectores, mucho. Si el uso de la tecnología fuese adecuado quizá se hubieran evitado sorpresas indeseables.
Decidir con criterio cómo y para qué usar las agencias o emplear herramientas como el RSS ahorran tiempo, dinero e inteligencia. Y entonces se puede atender a los lectores y descubrir y desarrollar nuevos criterios para la información de calidad.