Los Maulets, jóvenes independentistas y revolucionarios, se definen, agredieron ayer a Arcadi Espada cuando iba a participar en un acto de Ciutadans de Catalunya en Girona. Es el fascismo de nuevo, el totalitarismo de un nacionalismo identitario aderezado con una empanada mental importante de comunismo, ecologismo y quien sabe cuantos ismos más mal revueltos.
La lucha revolucionaria de los maulets agrede a personas y a un colectivo de ciudadanos opuesto a las ideas de los gobernantes y partidos del poder. Curioso. La revolución contra los que están contra el poder y la ideología mayoritaria, no contra quienes controlan el gobierno.
Escuadras estalinistas, juventudes hitlerianas, frente de juventudes, no hay duda. La cobardía del totalitarismo que tan bien conocemos. El objetivo es amordazar, atemorizar, agredir al disidente.
El paraguas del nacionalismo es así, cubre todo. Uno se ata una senyera al cuello y ya puede hacer lo que le plazca. Kale borroka contra la sociedad civil en Cataluña, a la que hace tiempo se admiró por tener una sociedad abierta y activa.
Hoy dormita y está apelmazada por el nacionalismo, esa ideología transversal cuya personificación en el gobierno tan bien definiera Xavier Rubert de Ventós como "el gran patrón o mecenas... organizador y gestor directo de los procesos socioeconómicos". El estado benefactor convertido en estado patrón.
Rebelarse contra quienes no tienen el poder y la fuerza debe ser más fácil que hacerlo contra los poderosos. ¿O lo que dan miedo son las ideas?
Defienden estos revolucionarios que "las libertades colectivas sean garantía de las libertades individuales". Acabáramos. Los definidores y defensores de las libertades colectivas ponen las individuales a su servicio, bajo el dominio de su definición y sus líderes y objetivos.
Dicen que son "abiertos, participativos y asamblearios". Entonces, ¿por qué no dejan serlo a los demás?
Dicen que asumen "la defensa de todos los represaliados". Todos menos a los que represalian ellos.
Violencia y totalitarismo contra palabras e ideas. No es la misma lucha. La revolución está en las mentes, no en los puños y las banderas.
El relato de Victoria Prego
P21 | De la web a la pegada de carteles