El presidente José Luis Rodríguez Zapatero intentó ayer rebajar la tensión con el Partido Popular para arrancar el proceso de paz con ETA. Alfredo Pérez Rubalcaba se empleó a fondo con Eduardo Zaplana y la comparecencia ante el Congreso se quedó en rueda de prensa en el palacio de la Carrera de San Jerónimo para sacar la batalla del eco institucional del hemiciclo.
Ayer funcionó. Hoy el PP ha leído los periódicos y la crispación sube de tono. La "colaboración" de los medios pedida por el presidente funciona mejor para criticar su estrategia de paz (ABC, El Mundo, La Razón) que para defenderla, porque en este lado hay más dudas y también exigencias (El País, El Periódico, La Vanguardia, El Correo).
Rajoy fue ayer prudente y fijó el límite en hablar con ETA y no con Batasuna. Hablar de paz, no de política.
El presidente había introducido en su mensaje elementos para todos. Rajoy oyó e impuso prudencia a los más duros del partido. Batasuna también escuchó y Otegui necesitaba salir inmediatamente para confirmar la recepción del mensaje y a tranquiliar al entorno tras la presión policial y judicial.
Juan José Ibarretxe, lehendakari vasco, no pierde oportunidad de intentar seguir liderando un proceso que supera al PNV, que espera recuperar puestos en la mesa de partidos.
Y claro. Rajoy y la dirección del PP, leídos los periódicos y convocado por la Cope, ha tenido que volver a endurecer el mensaje para contentar a los más duros.
El toma y daca de la crispación. Fracaso del apaciguamiento porque el PP no tiene otra política y la del gobierno exige pasos para algunos inadmisibles y para más, dudosos. Los medios, a lo suyo. Unos por convicción y otros por oportunidad.
Más información, menos propaganda y responsabilidad en la crítica. Es todo lo que se puede pedir y esperar.