IV Seminario Internacional de Comunicación Política y Electoral | Cobertura en directo
Llegó Howard Dean y la política volvió a ser una conversación. Joe Trippi, el jefe de campaña que lo convenció para lanzarse a hacer política en la Red, tenía una buena materia prima, un candidato distinto, que encandilaba a quienes lo escuchaban, despertaba confianza e ilusión, y esas son las claves de la política en internet.
Nicco Mele fue el webmaster de aquella revolución nunca posible en televisión, según las palabras de Trippi. La tele y la política son aliados para las grandes audiencias, para difundir lemas y eslóganes, de impacto, democracia pasiva, a menudo falta de diálogo y de confianza personal.
Dean y su equipo querían devolver la política al terreno de lo personal, convencer a sus seguidores con las palabras recuperando ese sentido de la comunidad política originaria, pegada a lo local, a la comunidad reclamada por John Dewey el periodismo cívico.
También necesitaban dinero y traspasar la barrera de los grandes medios, poco dispuestos a apostar por un oscuro gobernador de un pequeño estado. Preferían a candidatos más convencionales como John Kerry o Joe Lieberman.
"La gente se informa por televisión y hace falta mucho dinero para una campaña por TV, en el modelo internet es muy diferente, Dean no tenía dinero para los anuncios de televisión", afirma Mele, y se acuerda de aquel sillón del cuartel de campaña de Dean donde todos los colaboradores de Trippi, el gran evangelista, el hombre que había trabajado en Silicon Valley e intuyó a los superusuarios, caían derrengados tras horas y horas de blogs, correos electrónicos y reuniones convocadas en Meetup.
Mele cree que "con la campaña de Dean el político comenzó de nuevo a escuchar a la gente con atención, y a escuchar a mucha gente a la vez gracias a la tecnología". Directamente, sin el filtro de los medios que tanto preocupa a Alastair Campbell, un especialista en manipularlos.
Los voluntarios, los convencidos, los deaniacs (como se les conoció) fueron las verdaderas estrellas de una campaña donde el mensaje y la propia dirección de su actividad se decidía en la Red.
"Más de 740.000 deaniacs se apuntaron a la campaña por correo electrónico y se recaudaron 20 millones de dólares casi exclusivamente a través de pequeñas donaciones", recuerda Mele.
"Los deaniacs organizaron 10.000 actos de campaña por propia iniciativa y con sus propios medios. A través de la reacción de la gente se difundió la personalidad y la candidatura de Dean, la gente que había acudido a un acto les contaba a sus amigos de otra ciudad lo bueno que era Dean y que deberían ir a verlo".
La política volvió a ser personal.
Dean recaudó mucho dinero, movilizó mucha gente y al final el propio empuje de la campaña lo perdió.
El candidato demócrata gastó diez veces menos dinero por voto que el ganador de las primarias, John Kerry, "cien dólares frente a mil", dice Mele.
No fue suficiente. Dean perdió, Trippi abandonó la campaña cuando el staff del candidato quería volver a una campaña más convencional. El fuego y el rumor de la conversación política generada no se apagó, pero la televisión y los políticos de perfil más adecuado al votante medio volvieron a ganar.
La campaña de Dean es un ejemplo de movilización, comunicación, participación, recaudación de fondos a través de pequeñas donaciones y conversión de simples votantes en activistas. Todos los ponentes de este seminario lo reconocen, pero el poder de la Red todavía no es suficiente, aunque crece día a día.
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