Veo a José Luis Rodríguez Zapatero presentar el nuevo Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) y es como si el presidente y la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, se hubieran reunido con el lobby de la construcción.
Cien invitados para aplaudir el plan estrella del gobierno y nada de preguntas de los periodistas. ¡Esto es una celebración, no vengan ustedes a incordiar con sus menudencias! Canapés, abrazos, estamos entre amigos y todos sacamos tajada. Fuera periodistas incómodos.
Sigue la nefasta tendencia de hacer declaraciones propagandísticas y no enfrentarse a las demandas de información que se hace tan evidente los últimos años. Ocurrió en la campaña electoral del 14M, se repitió en las elecciones vascas y gallegas, y es cada vez más habitual.
Y no sólo en asuntos de gran calado o dificultad. Aquí cualquier mindundi le llama a lo suyo declaración institucional y se acabó la transparencia y la responsabilidad. La accountability no está de moda entre los políticos, pero los periodistas tampoco la reclaman en exceso.
Es más cómodo presentar los planes con los que van a recibir los millones de las licitaciones. Todo son sonrisas y aplausos.
¡Bravo, bravo!
A Zapatero no le gustan los periodistas. A Aznar, tampoco. Y ahora anda el PP a la greña contra los informadores.
Así que se mantiene la política de filtraciones a los medios afectos y con el resto se hacen presentaciones donde la gente va mejor vestida y es más amable.
A los periodistas, fotografías y nota de prensa. Democracia transparente.
Y unos meses después: 59 segundos vergonzosos en Renfe (1 y 2)