Si algo no le falta al Parlamento Europeo es dinero. Por eso a nadie le extrañará que subvencione a los medios pagando los viajes y desplazamientos de los periodistas para que cubran su sesión mensual en Estrasburgo.
Los periodistas pueden elegir entre un billete de primera clase en en tren entre Bruselas y la ciudad francesa o uno turista en avión, reciben 100 euros para gastos y las televisiones y radios pueden utilizar los estudios y la señal institucional de la cámara europea.
El pago de viajes para cubrir acontecimientos de poco interés, tanto por empresas como por instituciones, es ya común. Contraviene casi todos los códigos de ética periodística, pero parece imparable por la invasión de marketing y relaciones públicas que inunda medios poco escrupulosos con la virtud y mucho con el dinero.
En España, el pago de viajes y las atenciones a periodistas son ya cotidianos, tanto por administraciones como por empresas.
La cesión de las imágenes institucionales o de partido sirven además para controlar lo que se emite, como en las recientes campañas electorales.
¿Habrá importado la táctica desde su tierra el presidente José Borrell o será también costumbre europeísta?
Otra forma de perder la credibilidad del Parlamento Europeo y del periodismo.