Música | Warm and Cool. Tom Verlaine (Television)
Un estudio de la revista Consumer analiza los telediarios y se topa con la cruda realidad del viejo sensacionalismo siempre recuperado: "los bloques destinados a noticias deportivas, política y sucesos acaparan casi el 60% del tiempo de los informativos".
La información en televisión es populista, apuesta por la audiencia y no se recata. Si te cortas mueres de inanición en los audímetros. Deportes, sucesos, una política vocinglera inmersa en la crispación y una machacona y reiterativa manipulación metereológica asombrada del frío del invierno y del calor del verano son los hitos de nuestros telediarios.
Así somos. El nuevo sensacionalismo no está sólo en los telediarios. Vicios y contenidos similares se pueden encontrar en todos los medios de gran audiencia.
Lo espectacular y popular se aferra a los ránkings y asegura la audiencia. Los contenidos ciudadanos, sociales y culturales son cosa de minorías y las minorías sólo sirven para la tele si pagan cuota de abono.
Cuando la propia BBC, socorrido modelo de televisiones pagado con cuota, se entrega al entretenimiento como servicio público esencial, ¡qué vamos a esperar de las comerciales!
El público ilustrado no crece y muchos temen que incluso descienda. Un vistazo a la televisión participativa confirma que el problema es la mente, no el medio.
Los temas movilizadores y con los que se identifica una parte de la ciudadanía más crítica: medio ambiente, salud, ciencia, consumo y cultura, sólo secuestran el 15% del tiempo de unos telediarios embarcados en la batalla de la audiencia y alejados de la lucha por la información.
El viejo discurso de Edward R. Murrow en 1958 denunciando los males de la televisión sigue sin ser escuchado. Y quienes lo escuchan se hunden en el infierno de la audiencia mínima, como él mismo, expulsado de la CBS por la incomodidad de sus valores y su baja audiencia una vez acabados los días de gloria de la guerra y el macartismo.
Que las televisiones comerciales sean populistas no sorprende. Preocupa más la renuncia de la televisión pública, servicio ciudadano pagado con los impuestos, a la información de calidad. Los sucesos reinan en TVE 1 y el deporte y la política (que las usa y manipula a fondo) en las autonómicas.
Que las televisiones comerciales prostituyan el tiempo de noticias con publicidad es entendible. Que también lo haga la televisión pública es un fraude a la ciudadanía: "En TVE 1 la publicidad ocupa nada menos que un 14% del total del telediario, en Tele 5 un 12% y en Antena 3 un 11%".
Pan y circo. Televisión y fútbol. El problema no es la televisión, es la gente. La opinión pública ilustrada tan anhelada por los críticos, frankfurtianos o de cualquier otra escuela, es minoritaria y vive refugiada en el universo de la letra, impresa o digital. La imagen es caníbal y sólo unos pocos consiguen la metempsicosis perfeccionista del pensamiento visual en movimiento.
P21 | El espectáculo y la información domados
P21 | ETA perdió en la tele y ganó en internet
P21 | La batalla de los telediarios