La negociación con ETA ya tiene interlocutor. Alfredo Pérez Rubalcaba es el gran negociador. En el Parlamento y fuera. Será el encargado de conseguir la paz más difícil. Pero también es el gran comunicador, y la negociación habrá que venderla bien a la ciudadanía.
Zapatero confía en su dialéctica eficiente y maquiavélica y aparta la política de cañoneras y truenos de José Bono. Suficiente tendrá con la del PP. El cambio en el gobierno no es una crisis, más bien un ajuste operativo.
Rubalcaba ha negociado todo lo necesario en la legislatura. Ahora el estatut de Cataluña está encarrilado y la pacificación en el País Vasco será su gran desafío. Diego López Garrido afronta un final de legislatura al frente del Grupo Parlamentario sin grandes sobresaltos. Le ayudará Pepe Blanco, que gana espacio, y Francisco Caamaño seguirá siendo el hombre sigiloso de ZP para las grandes cuestiones con los partidos.
José Antonio Alonso, amigo, leonés y discreto manejará los hilos del CNI y la Guardia Civil. El hombre destinado a ser ministro de Justicia y condenado a Interior es ahora el gran espía. Confianza y silencio lo avalan.
Zapatero necesita información precisa y estrategia. Sus dos hombres de confianza se la darán.
¿Y Bono? Ha acabado su reto con la Ley de Tropa y Marinería y la reforma militar, ya está más cerca de Azaña, y no tiene suficiente confianza del presidente. Voces internas discrepantes, las justas. Pero es un animal político y pronto lo veremos de nuevo.
Por cierto, también hay relevo en Educación. Aprobada la Ley Orgánica de Educación el tiempo oscuro de María Jesús San Segundo ha acabado. Mercedes Cabrera logra la cartera que la influencia de Gregorio Peces-Barba no le dejó conseguir con el triunfo electoral socialista.
Zapatero vuelve a sorprender. Sorprendió cuando aquel oscuro diputado encabezó la corriente renovadora del PSOE. Sorprendió cuando ganó las primarias a José Bono, el populismo político arrasado. Sorprendió al ganar las elecciones y lo volvió a hacer con la retirada de Irak y su gran proyecto de la España plural y la construcción de una nueva ciudadanía.
Y sigue sorprendiendo, y cada paso es un pie firme pese a la desconfianza de sus críticos.