Gran parte de los males del periodismo viven y anidan en su seno. Y en la endogamia con la que viven muchos reporteros y medios respecto a sus fuentes. En la dependencia de los medios respecto al poder político en forma de licencias, publicidad, subvenciones... y por la falta de independencia entre unos y otros.
Michael Massing repasa en The New York Review of Books algunos de los males internos y a mí me recuerdan a los que sufrimos en estas latitudes:
>> la inhibición del trabajo de investigación y reporterismo a favor de una excesiva confianza en el acceso regular e interesado a las fuentes;
>> una fascinación acrítica con los famosos y los personajes célebres;
>> la lejanía entre muchos periodistas y medios, y los más necesitados de la sociedad;
>> la pulsión de la autocensura en muchos profesionales por el clima político y los lazos entre poderes y medios;
>> la huida de posiciones e informaciones poco populares.
Todo atrapado en un entramado de televisiones públicas y medios amigos de los gobiernos y mandatarios de turno, con empresas poco dispuestas a arriesgar la cuenta de resultados por el periodismo y la información.
Poco a poco se ha construido un maridaje de medios, políticos y mensajes donde la crítica y la disonancia no son ya discusión democrática, sino pura agresión, eso que se ha llamado la crispación y que impide un diálogo democrático abierto y lo sustituye hasta llegar al insulto nefando y estéril.
Alastair Campbell, ex director de comunicación de Tony Blair, se quejaba hace poco en Madrid de la barrera que algunos medios le pusieron al gobierno laborista mientras otros obedecían mansamente sus manipulaciones.
Los medios se ideologizan para tener una posición en el mercado a falta de diferencias más claras de orientación, producto o calidad. Cuando la información es tan redundante, sólo el punto de vista, el enfoque, el sesgo, distingue a unos de otros.
"El secreto de la comunicación política efectiva es encontrar la melodía adecuada y repetirla incesantemente hasta que el mensaje se mete en casa", decía David Cameron, el nuevo líder de los tories británicos.
Vale como estrategia pragmática de los políticos, pero como estilo en los medios es al negación de su razón de ser.