La familia, el gobierno, el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid y los lectores de algunos medios piden contención y respeto a la intimidad. "No os convirtáis en periodistas del corazón cutres", le dice un lector al director de 20 Minutos, y exige una nítida frontera entre los medios del corazón y los informativos.
Una frontera obligada para el periodismo y que el fallecimiento de la cantante, con la gran expectación que despierta, obliga a marcar sin fisuras para separar a los medios informativos del corazón tripero, criatura del sensacionalismo.
Rocío Jurado era todo un personaje. A diferencia de otros famosos arrastraba una reputación y una admiración por su carrera de cantante más allá del chismorreo. Tenía valor profesional y el cariño de mucha gente. A la hora del dolor, durante estos días de agonía, la familia no se ha entregado a los excesos y han pedido un respiro al seguimiento informativo.
Al margen de lo que haya podido ocurrir con su imagen y su vida privada en el pasado, la familia pide respeto a una intimidad que merece cuando no renuncia a ella. La intimidad no se pierde ni aún cuando se exhibe, dicen la deontología y la ley. Pero la realidad es que quien la utiliza como mercadería tiene poca autoridad moral para reclamarla cuando no le conviene la exhibición.
La vicepresidenta del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha subrayado que "la vida pública no está reñida con el derecho de una persona y una familia a que respeten sus momentos de intimidad".
Fernando González Urbaneja, presidente de la APM, pide prudencia "porque, además, nos jugamos la reputación; podemos hacerlo bien o hacerlo de manera horrible".
Es un momento para recuperar el tratamiento emocionado pero serio y responder al interés de los lectores sin invadir lo que sólo es de quien lo tiene.
Con la metedura de pata de la ministra de Cultura y algunas más de otros medios estos días es suficiente.