Una de las fortalezas del diario ABC ha sido siempre la cultura, especialmente la gran cultura y una aproximación clásica y casi canónica a los grandes autores. Hubo tiempos en que la derecha arrabalera y antiintelectual se refinaba con las páginas del diario.
La historia de ABC Cultural es larga, pero en los últimos años sufrió la sangría de la secesión, como el resto del diario. Ahora renace bajo el nombre de ABCD las artes y las letras.
ABC es el único de los grandes diarios que no está ligado a ninguna editorial ni a otros negocios de la industria cultural. A priori tiene pues una independencia que se echa de menos en los suplementos de cultura de los diarios nacionales.
Babelia está fatalmente determinado por los intereses de Santillana y su entramado.
El Cultural es más libre, pero ya tiene una esfera de libros pegada con su polimórfico mensaje tan pedrojotesco.
El nuevo ABCD las artes y las letras tiene terreno. Otra cosa es su definición de la cultura y lo que allí entra. En el primer número hay un esfuerzo por ampliar el campo respecto a su antecesor:
>> Los blogs son el tema de portada con una interesante encuesta de Félix Romeo a varios blogueros.
>> Muchas firmas como Manuel Rodríguez Rivero, el propio Félix Romeo o Xuan Bello.
>> Abundancia de secciones: libros, teatro, arte, música, cine, arquitectura y diseño, internet. Una pena que no se haya aprovechado para pensar una estructura más transversal y sugerente, menos severa, como la que ya experimentó en algún tiempo pasado. El academicismo está bien para las estanterías y no tanto para los sábados.
>> Apertura a otras músicas y personajes (irreverentes para muchos lectores tradicionales) como Antony and the Johnsons en música.
>> Nuevo diseño con mucho color, mucha sigla y mucho blanco. La pena: una tipografía pequeña y difícil de leer en el texto.
La batalla de los culturales está lista. Los diarios de Barcelona renovaron sus suplementos los dos pasados años. Tras tanto libro y tanta promoción, le toca a los de Madrid.
Son tiempos cuando la cultura vuelve a ser importante. Hay incluso presidentes que sueñan con ser escritores (el complejo Churchill) y otros son calificados por sus lecturas.
Tiempos en los que el planfleto (literario, visual, musical, periodístico) renace con esa fuerza de agitación que nunca debe perder una sociedad inteligente.
Una cultura no sólo de entretenimiento, sino creada por muchos y que vuelve a tener, tras años adormecidos, un fuerte poder de definición de la realidad y sus afinidades.
Ahora sólo falta arrebatársela a los políticos de sus davidosas manos untadas de dinero público y mucha clientela.
La cultura vuelve a ser combativa, adherente. Y es buena cosa.
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