"En vez de perder el tiempo y el dinero de los contribuyentes buscando las esencias de la patria, la lengua y la puñetera identidad nacional, ¿por qué no se afanan en resolver los auténticos problemas de los ciudadanos?"
Juan Marsé se queja en Babelia de que en El País de Barcelona le quitaron puñetera y nacional de sus palabras, respuesta al socavón del Carmelo. Tirón de orejas en el suplemento cultural al templo de la corrección política. Últimamente Babelia le abre más agujeros al diario que cualquiera de sus variados intereses.
Primero fue la crisis literaria provocada por la carta de un crítico, Ignacio Echeverría, que se consideró represaliado por cargar contra Bernardo Atxaga, autor de la casa.
Ahora Marsé. El escritor es uno de esos barceloneses ajenos al nacionalismo y a la obsesión identitaria. Habitante de una ciudad que durante muchos años fue un aluvión de gente y culturas que crearon una personalidad metropolitana que ahora parece a veces en peligro.
Juan Marsé hizo de Pijoaparte el mito obrero y macarra de la Barcelona de las gentes que se buscaban la vida donde la calle respiraba vientos del sur y del noroeste, de donde venían los inmigrantes a ganarse la vida en la tierra de los botiguers y la industria burguesa.
No podían dejar de preguntar al novelador del Carmelo y de los sueños de romper la lucha de clases con el amor callejero por el socavón del tresporciento. Seguramente el autor no se esperaba que le capasen su rabia ciudadana. Aún sigue salvando al amigo que lo entrevistó. Pero El País de Barcelona no es muy distinto de una prensa y un ambiente más dado al silencio que a la denuncia.
Quizá el diario expía en parte su culpa reconociendo a destiempo su error.
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