Galicia es división. La cultura del minifundio es tan atávica, tan pedregosa, que parece volver a cada paso. Miren las próximas elecciones y a los candidatos. No hay partido sin fractura: el PP entre los de la boina y los señoritos; el PSOE, entre los galleguistas y los antinacionalistas; el BNG, entre la égida de la UPG y los que tenían esperanzas en una izquierda nacionalista diferente.
Dice Suso de Toro en Otra idea de España que "la frustración histórica que vive la sociedad gallega es muy aguda". Se refiere a la imagen de parálisis, arcaísmo y condena bíblica que representa este Manuel Fraga de 82 años dispuesto a ondear la bandera de Santiago Matamoros a la mínima de cambio.
Para Manuel Bragado, director de Xerais, "O anuncio das listas do BNG é outra decepción máis. Semella unha purga irresponsable que non ten sentido ningún. A UPG asegúrase os postos de saída (Rodríguez sabe que canto peores sexan os resultados que obteña o BNG, mellores serán as posicións políticas dentro da organización que vaia obter a UPG)".
Una opinión compartida. Las encuestas reflejan ganas de cambio. Necesidad de romper la gerontocracia de los años, las ideas, y la sujeción a intereses estatales y no gallegos.
Pero por ahí cojean los partidos nacionales y el Bloque camina hacia la marginalidad pese a la candidatura de Anxo Quintana, cara amable.
Galicia no sale del minifundismo ciudadano. La desunión de las huertas cercadas por lajas de piedra divide el mapa político hasta la irrelevancia. Galicia habita donde la política no existe, sólo los intereses, atrancados en la falta de ilusión por la tierra, el caciquismo y la conciencia partida (nacional, social, ciudadana, integradora).
Xosé Manuel Beiras se revuelve, monta lío, declina participar en la campaña y reconstruye metáforas a propósito de las moscas: "Reparade!. Reparade nas moscas!. E logo, de sócato, precipitáronse após dil. E o frautista desapareceu cos seus ratos para sempre. Deste xeito".
Moscas, no hormigas, es lo que sobra en Galicia.
Pero Manuel Bragado aún ve una salida: "A única esperanza que vexo para librarse do meigallo é promover unha forte corrente de participación política na sociedade civil (sobre todo nos mozos e nesa maioría de nacionalistas e galeguistas de tradición republicana que non militamos)".
Suso de Toro reclama el ímpetu, la energía civil de Nunca Máis y su ejemplo de unión.
Falta hace. Acabar co meigallo.
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