A la televisión en España no la reconoce nadie, y menos ahora que los nuevos canales digitales terrestres y la Sexta, la cuarta privada, han sido aprobados por el gobierno.
Hace unos días sólo había dos canales privados, los dos de TVE y las autonómicas en cada territorio. Canal Plus de pago, Canal Satélite como gran televisión nacional de pago y una distribución territorial irregular de televisión por cable. Y una miríada de televisiones locales con un caos todavía en marcha.
La semana próxima, antes del 30 de noviembre, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero habrá cumplido varias etapas de su desafío comunicativo:
>> La reforma de la televisión pública está en marcha. Los sabios acabaron el trabajo y ahora toca plan de reestructuración y asunción de la deuda.
>> Canal Plus ya es Cuatro, la nueva televisión en abierto de Prisa, una de las razones de mayor peso para abrir el melón televisivo, la decisión que desató una guerra televisiva calmada meses después con el reparto de una parte de la tarta publicitaria de la televisión pública. La tele, ya se sabe, es dinero líquido.
>> Hoy ha sido aprobada La Sexta, la televisión de las productoras afines a varios miembros del gobierno, que empezó casi otorgada al Grupo Zeta y acaba con la ansiada implantación en España de Televisa. El sueño de Emilio Azcárraga conseguido por su hijo. Miguel Barroso, anterior secretario de Estado de Comunicación, trabajó a fondo una opción revolucionaria en el mercado, un canal dominado por los productores de los contenidos de éxito del resto de televisiones, y en lo territorial, será la primera televisión privada catalana y con sede en Barcelona.
>> El Consejo de Ministros ha decidido también ampliar la concesión de canales digitales terrestres a las televisiones con arreglo al Plan Técnico. A partir del miércoles, TVE tendrá cinco canales; Telecinco, Antena 3 y Sogecable (Prisa), tres cada una; dos La Sexta y otros dos Veo TV y Net TV, las concesiones de televisión digital hechas por el gabinete Aznar que son las grandes perdedoras.
>> Las televisiones autonómicas crecen, continúan perdiendo dinero a espuertas y los socialistas intentan convencer a sus gobiernos regionales de que sean modestos en los nuevos canales.
>> Y está pendiente pendiente el ordenamiento de la televisión local por las autonomías y ayuntamientos.
Zapatero llegó al poder dispuesto a cambiar España tras la era Aznar. En televisión lo ha conseguido. El mapa audiovisual muda radicalmente con más oferta, modernización tecnológica, una reforma del servicio público aún por concretar y la seguridad de que nunca más un gobierno lo tendrá tan fácil para dominar los mensajes de la caja boba.
Las fuerzas están repartidas. El dinero también. Suficiente como para que nadie se queje demasiado. Todos ganan. Las prebendas, favoritismos y maniobras políticas de unos y otros se olvidarán rápido.
¿Alguien recuerda el Piquetazo? El 25 de noviembre de 2002, cuando el Partido Popular confiaba en que dispondría de otra legislatura bajo la presidencia de Mariano Rajoy, el entonces ministro Josep Piqué anunció por sorpresa un gran cambio en el mapa televisivo que se haría vía la famosa ley de Acompañamiento de los Presupuestos del Estado, el truco que Aznar usaba para colar de matute sus grandes reformas sin debate parlamentario.
De aquel Piquetazo sólo queda el adelanto del apagón analógico. El resto es papel mojado.
Otra vez Zapatero hace en un año y medio escaso lo que Aznar no consiguió en ocho. Y parece que al gusto de todos (los tragos de veneno ya han sido purgados).
Los espectadores tienen más donde elegir, habrá más mercado audiovisual y se acabó la era de las grandes ganancias, como anuncia hoy mismo el presidente de Telecinco. El pastel televisivo crece en España y es mayor que en casi todos los países desarrollados, pero los publicitarios ya no podrán planificar apostando a todo.
Una nueva era de la televisión amanece el próximo miércoles.