Un día ayudó a Franco a encabezar una rebelión que nos sumiría en la ignorancia y el atraso. Si aquel Dragon Rapide no hubiera volado quizá tantos cerebros y almas espanolas no hubieran acabado en el exilio con sus obras.
Quizá se arrepintió. Quizá quiso lavar su historia. Muchos dicen, en uno de esos arabescos intelectuales tan queridos por los muy ricos, que no apoyó al dictador, sino que se defendió de la República. Ya.
Decir March ya no es un estigma, sino parte imprescindible de la educación artística y científica de este país. Son 50 años de promoción cultural y más 30 anos de exposiciones donde nos educamos el gusto antes de que la democracia museística se inaugurase.
Quienes vivíamos fuera organizábamos escapadas para ver los fundamentos del arte contemporáneo y las muestras de arte espanol donde nos absorbían Sicilia, Pérez Villalta, Feito, Cuixart y tantos.
A Arco se venía a ligar y a la March a educarse. Procurábamos coincidir con alguna buena noche de Rockola. Conozco a quien escupía al salir para sacarse el gusto del financiero del dictador, pero el arte de sus fondos y sus relaciones compensaba.
Erótico Klimt, óptico Delaunay, la mirada descompuesta y alucinógena de Jaspers Johns, soledad Hopper, el siempre sorprendente Kandinsky, terrible Bacon, etc.
Como en el cuadro de Magritte, la March nos ayudó a mirar más allá de la ventana para ver el arte en un chapuzón de ojos nuevos, pintados de expresionismo abstracto y vanguardias.
Recuerdos apretados en dos salas para revisitar. Y si no te puedes acercar, la web vale la pena.
Fundación Juan March | Celebración del arte
P21 | Mausoleo museístico en rojo