La amistad y la estrategia compartida con George W. Bush son la peor pesadilla política para Tony Blair. El primer ministro británico vuelve a levantar las sospechas sobre la guerra de Irak y sus conversaciones con el presidente norteamericano con la amenaza a los medios que se atrevan a publicar un documento que supuestamente recoge la intención de Bush de bombardear la televisión qatarí Al Yazira, el monstruo mediático de la Casa Blanca.
Es la primera vez que Blair amenaza con aplicar la ley de secretos oficiales.
Si muchos coincidían con la opinión del portavoz del gobierno norteamericano y desconfiaban de la información de The Mirror, la advertencia legal ha convencido a los más críticos.
Al Yazira ha pedido una aclaración urgente de ambos gobiernos y recuerda que sus oficinas de Kabul y Bagdad ya fueron bombardeadas por las fuerzas norteamericanas en 2001 y 2003.
Reporteros sin Fronteras expresa su alarma y afirma que "invocar una ley de 1989 sobre secretos oficiales y amenazar a los periódicos con llevarles ante el alto tribunal de justicia resulta inquietante en un país habitualmente muy respetuoso con la libertad de prensa".
La duda debe ser aclarada. Dos países considerados cunas de la libertad de prensa e información no pueden alimentar esta sospecha siniestra. Una mordaza tétrica para toda la prensa libre y una amenaza directa contra el derecho de los ciudadanos a conocer las razones y comportamiento de sus políticos.
Atacar a los medios no tiene justificación en gobiernos democráticos. Si existen pruebas fundadas, la respuesta es la ley, nacional o internacional.
En España el corresponsal de Al Jazira Taysir Alony fue condenado a siete años de cárcel con una sentencia que muchos consideran exagerada. Pero hubo un juicio y garantías jurídicas.
Una acción de guerra contra una emisora de televisión sería una catástrofe para la democracia y la libertad.