Tres es la cifra mágica de Le Monde. Y la de su competidor Le Figaro. Liberation se renovó hace ya dos años y queda lejos de la moda del tres.
Tres eran tres las hijas de Elena y también las nuevas partes/áreas de Le Monde (L'Actualité, Decriptages y Rendez-Vous: noticias, opinión y análisis, tendencias y revista), como tres son los cuadernillos de Le Figaro y tres los ejes del nuevo Guardian: noticias, crónicas y análisis, y una revista diaria con acento en la vida privada.
[Toni Piqué y Gonzalo Peltzer estarán pensando lo que yo: casi 15 años después... Perdón por la digresión, pero es que en la radio están poniendo raï. Hoy es el día]
Una revolución conceptual para uno de los diarios más elitistas, estirados y aburridos del mundo. Siempre me ha gustado la calidad de su información, me ha espantado su retórica (literaria y política) y me alarma su terrible pasión gala por el poder.
Pero han llegado a los tres conceptos que mandan en los nuevos diarios: simplicidad, conexión con el lector (renovación participativa del contrato básico), atención a la vida privada (¡15 años, Toni, Gonzalo!).
Y sobre ellos: simplificación y compactar.
Hágale la vida fácil y atractiva al lector y se lo agradecerá.
El nuevo The Guardian se inspiró en Le Monde y el nuevo Le Monde se inspira en el remozado The Guardian. Tipografía egipcia, contraste en sanserif digital, maqueta reposada, ligeros toques estilo revista moderna de diseño... Pero al francés le falta riesgo. Y dicen que el nuevo El País (bueno, no sé si tan nuevo, pero al menos retocado) se inspirará en Le Monde, que para eso son accionistas y comparten idelogía, valores, ambiciones y un poco de pesadez informativa y estilística.
Ahora Le Monde tiene fotos (vamos a hacer como en la tele, el regidor levanta la mano y el público dice: ¡¡¡Ohhhh!!!), color (¡¡¡Ohhhh!!!), una rejilla de cinco columnas (¡¡¡Ohhhh!!!), grandes infografías (¡¡¡Ohhhh!!!). Y lo hacen todo con esa solemnidad, con esa grandeur. Perdón por el cachondeo, pero esto de los descubrimientos gráficos franceses es de traca.
El responsable del cambio gráfico es Ally Palmer, diseñador deseado y, desde mi humilde punto de vista, sobrevalorado desde que pintó el viejo The Scotsman o aquel The European, la última aventura del malhadado Robert Maxwell, el magnate que no pudo ser.
Palmer es también el autor del último rediseño de Cinco Días y un original suyo reposa en un cajón de Juan Luis Cebrián (¿o es en el de Ceberio?) al lado de otro (mejor) de Lucy Lacava, que por cierto su último The Sun (ha destrozado el maravilloso equilibrio retro de Roger Black) más que recuerda a Diario de Noticias y la última renovación de Javier Errea.
[Apunta un lector que Lacava inventó la L invertida en La Presse, inspiración del cambio en el diario navarro].
Bueno, Le Monde está aggiornado, pero sigue siendo terriblemente coñazo e institucional. Nada que ver con la arrogancia provocativa e intelectual de The Guardian (¿se me nota la anglofilia?).