Friday, November 03, 2006

Obligados a ser críticos

Periodismo ciudadano en estado puro: un viajero saca las fotos del vuelo Gol 1907, cuando estaba a punto de estrellarse en la sierra de Cachimbo, en Brasil. El peor accidente de la historia de la aviación brasileña, con 154 muertos.


FALSO. UN MONTAJE.
Otra vez. Como tantos que aparecen últimamente, del robo del escaño de ZP a fakes y hoax de todo tipo, propagandísticos, de marketing o por pura ambición de notoriedad personal.
Con millones de gente publicando todo tipo de contenidos los límites de realidad y ficción se hacen ténues y se debilitan.
La presuntas instantáneas del pasajero Paulo G. Muller, recuperadas del Memory Stick de su cámara digital, son fotos de la serie Lost utilizadas por Carlos Cardoso, publicista brasileño en un país donde están algunos de los mejores del mundo, para denunciar la falta de visión crítica de muchos internautas.
"Las personas quieren creer -dice Cardoso- nosotros, que tenemos el don de la palabra, necesitamos tener conciencia de que no sólo los grandes poderes traen grandes responsabilidades. Los pequeños poderes, también".
La provocación de Cardoso me recuerda la mejor literatura del absurdo, Samuel Beckett, el teatro como un zurdazo al mentón de Harold Pinter.
Estamos obligados a ser críticos. Sin una alfabetización digital crítica la ficción, la irrealidad, la manipulación, se imponen sobre la enorme democratización de la información que estamos experimentando con la blogosfera, los medios sociales y la web 2.0.
La lectura crítica, digital y tradicional, es obligada.
En Google no está el conocimiento, sólo los datos. El conocimiento debe inferirse de ellos tras la reflexión, el contraste y el rigor intelectual.
Existen las ficciones, enriquecen nuestra vida y pensamiento. También las falsedades, y sólo debemos adoptarlas como antídoto contra la locura. Y la provocación, sacudones vitales para el espíritu y la mente contra la pereza.
Pero debemos saber qué es cada cosa.
Leer, navegar críticamente es una obligación para los ciberciudadanos.
Pero la llamada de Cardoso coincide con una idea que esta misma mañana desarrollaba en un curso en la Fundació Sa Nostra de Mallorca: el ejercicio de la libertad supone responsabilidad.
Cuanta más libertad, más responsabilidad.
Ahora que estamos logrando liberarnos de tantas ataduras no violentemos a la verdad con la mentira y la manipulación. Esa es la maldición del poder, no la de las personas que se encuentran en un espacio común y se reconocen en confianza.
Las identidades de dominio público, nuestra proyección virtual, no tienen por qué ser réplicas de nuestro yo real. Pero tampoco pueden ser mistificaciones exageradas. Deben ser sinceras, aunque no fieles al original. Cabe la libertad del autorretrato.
Si acaso pueden llegar a las mixtificaciones de Silvestre Paradox, tan realistamente barojianas, o a la vida exagerada de Martín Romaña.
De ahí en adelante sólo se aceptan replicantes y avatares si son rigurosos y manifiestos.
Las identidades de dominio público separan a los mentirosos de los activistas de la fantasía, la gregería y el esperpento valleinclanesco.
En la Red cabe todo. De la mayor verdad a la mentira. Y habrá muchos que la empleen para sus intereses. Los demás, los ciberciudadanos, los que abrimos nuestro yo y nuestro pensamiento, no necesitamos mentir, sólo exponernos.
Ser honrado no impide ser audaz.

Por cierto, el relato veraz y personal está aquí. Un periodista, Joe Sharkey, de The New York Times, cuenta 30 minutos de horror cayendo en tras chocar con el Boeing 737 a 37.000 pies sobre la selva.
Las fotos reales son de la Fuerza Aérea Brasileña.
Información veraz.

(Gracias, José Luis, seguimos en la brega)