¿Guerra de vídeos? El PP y el PSOE se han lanzado ahítos a la videocracia. No es de extrañar. Es barato, efectista y un soporte magnífico para la propaganda: no necesita reflexión, sólo atención. No tiene autoridad, sólo impacto.
El PSOE responde con el vídeo La otra tregua a las acusaciones del PP sobre el enfermo proceso de negociación con ETA.
Y en esa respuesta gana impacto y pierde credibilidad.
La intención es resaltar la hipocresía y el cinismo de quienes condenan el actual intento de llegar a la paz sin recordar el suyo. Tan difícil y complejo al menos como el actual. Pero en la política de la mentira más propaganda no es la mejor herramienta para conseguir la confianza de los ciudadanos.
Menos propaganda y más información.
¿Qué falta en el proceso?
Voluntad de entendimiento.
Responsabilidad política y humana de todos los actores.
Confianza y tranquilidad cívica.
¿Se puede conseguir con vídeos y mítines?
No.
Vídeos contra vídeos saturan. La democracia convertida en un manoseo de mando a distancia. La abundancia de imágenes construye un simulacro donde todo vale. Por esa grieta pierde credibilidad el gobierno con un vídeo de partido.
Detectadas las mentiras del PP en su vídeo contra la inseguridad, desconfiados de la propaganda confidencial catalana de CiU, escépticos de las conspiraciones de los vídeos de Aznar...
¿Cómo creer la documentación en vídeo de los socialistas?
Decía Giovanni Sartori en Homo videns que "el acto de ver suplanta al de discurrir". Entonces, ¿cómo distinguir la verdad de la mentira?
Cuando se cree lo visto, se ve y se cree todo. La imaginería de unos y otros vale para los ya dispuestos a creerla.
La fe contra la razón.
Y en política la fe sobra.
El simulacro continuo de los vídeos desemboca en la sospecha universal. Aburridos los ciudadanos por la telepolítica no pueden creer en la videocracia más allá de la fascinación de la ficción.
Entonces todo vale.
La autoridad del vídeo es la misma para todos. Se basa en la imagen, no en la realidad. "La videocracia está fabricando una opinión sólidamente hetero-dirigida que aparentemente refuerza pero que, en sustancia, vacía la democracia", reflexionaba Sartori.
Al proceso le falta proceso. No se mueve, atrapado por sus dificultades, mientras sigue la amenaza terrorista y la reacción negativista de otros.
José Luis Rodríguez Zapatero haría mejor en explicar a los ciudadanos la situación real, las sombras, expectativas, escenario y objetivos según su visión y responsabilidad de presidente del gobierno.
Con palabras, hechos y razones. Ante los ciudadanos en una alocución presidencial, reservada para ocasiones importantes, y ésta lo es, o ante el Parlamento, sede de la soberanía.
Sobran acusaciones, especulaciones en los medios, promesas y falta información.
Entre el terror y la angustia, frente a las simbologías escamoteadoras de la realidad, las imágenes no aclaran, sólo fascinan a los creyentes.
Sobran imágenes. Mejor, razones.
El día después: Aznar, el impoluto