Sólo un 3% de la audiencia ve la televisión digital terrestre (TDT) a pesar del esfuerzo de las administraciones públicas y de la repetida amenaza del apagón digital, previsto para 2010.
Los datos del Ministerio de Industria son otros y triunfalistas: 3,1 millones de viviendas preparadas para la conversión digital, 1,1 millones de descodificadores a los que sumar 2 millones de abonados a la televisión por satélite, 1,3 millones de clientes de cable y 250.000 de la televisión por internet Imagenio (Telefónica).
Resultado: más de 13,5 millones de ciudadanos pueden ver la TDT.
Da igual. La TDT es una televisión de saldos y tertulias.
¿Por qué? Porque nadie cree en ella como nuevo negocio en un entorno de fragmentación de las audiencias y de la publicidad.
El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha hecho del apagón digital y el desarrollo de la TDT una de sus banderas audiovisuales, pero la propia política de la administración ralentiza el desarrollo de esta tecnología.
El ejecutivo ha concedido los canales de televisión digital terrestre a las concesionarias de televisión convencional o digital.
¿Por qué no ampliar el pluralismo con nuevos operadores? ¿Por qué conceder canales a quienes ya tienen su negocio en lugar de otorgarlos a nuevos proyectos diferentes de los ya existentes?
¿Por qué la televisión pública es tan timorata en el desarrollo de las posibilidades de la televisión digital?
En el ámbito local y autonómico, más de los mismo. Las protestas contra la concesión de TDT en Cataluña son sólo un ejemplo.
¿Dónde está la televisión de proximidad prometida?
La apuesta por la televisión comercial hace que siempre ganen los proyectos más comerciales. El resto son cuotas políticas. Ampliación de estado radiotelevisivo autonómico a mayor gloria del clientelismo y los políticos autonómicos y locales.
Lo primero que hicieron los concesionarios (las televisiones comerciales y las públicas) fue montar un lobby para pedir más dinero al gobierno. Y después más dinero, más publicidad, más subvenciones.
La excusa: la sociedad del conocimiento. ¿Qué tendrá que ver la sociedad del conocimiento con la tele comercial? ¿No se han leído nuestros ilustres mandamases televisivos y políticos los estudios de la Unión Europea?
Claro que sí. Por eso utilizan el espacio público para fortalecer sus lazos y negocios. Por eso dilapidan en la televisión dinero público que debería fomentar la innovación y la extensión de los servicios de la sociedad del conocimiento.
Política y televisión son parte del mismo negocio del poder.
¡Más publicidad, por favor, más publicidad!
¿Dónde? En las televisiones.
¿Quién paga? Sobre todo, los ciudadanos, a través del dinero público y del tiempo de promoción que se retrae del resto de contenidos televisivos.
El abuso es espantoso. Pero la gente no es tonta. Y no traga.
¿Cómo ver una televisión de saldos y tertulias inacabables que dicen lo mismo que las aburridas columnas políticas de tantos diarios o programas de radio?
Ni los responsables públicos ni el sector audiovisual han fomentado la compra de receptores STB o IDTV con funcionalidades avanzadas como disco duro y PVR (Personal Video Recorder). La apuesta es limitar el poder de la audiencia para discriminar publicidad o ver la programación grabada y con sólo los contenidos elegidos, arrebatando el poder a las cadenas y programadores.
Ni siquiera está claro el estándar técnico futuro.
Menos publicidad y más información. Menos prisa sobre los ciudadanos para cambiar las antenizaciones y más innovación tecnológica, de contenidos y servicios. Sin ellos la nueva televisión es igual a la vieja.
Sólo algunos canales un poco más segmentados y atrevidos, como Antena.Neox (dedicada a los jóvenes), están comenzando a hacerse un hueco.
Es otra televisión y hasta que los operadores no cambien su negocio los ciudadanos no tendrán prisa para ver la misma televisión.
P21 | El futuro de la televisión