Gonzalo López Alba defiende a los lobos solitarios en un artículo sobre el periodismo en ABC (que no encuentro en la edición digital) para mostrarle a un compañero, Juan Cierco, qué ha pasado mientras trabajaba de corresponsal fuera de España.
Un archipiélago de lobos solitarios (Ryszard Kapuscinski) intenta explicar la degradación de una profesión que en muchos casos hoy no llega a oficio. Gonzalo, periodista introvertido, de criterios firmes y defensor de lo suyo, lo sabe.
La cultura de la conmoción (Susan Sontag, NYRB) en lugar de la de la información, el negocio impuesto sobre el servicio, la verdad sometida a los símbolos y a la imagen correcta, el gregarismo de las banderías, la precariedad laboral de un oficio que no se hace respetar ni es respetado (sus propios errores ayudan), la opinión como sustituto de la información, la fidelidad sobre la inquietud y la actitud crítica, la obediencia y los fondos de reptiles (míseros o bien remunerados, como los de las tertulias)...
Y, en fin, bajar la cerviz por vivir todos los días la vida de todos. El lobo solitario convertido a la grey ovina.
Es un artículo de orgullo a dentelladas. Léase con mirada crítica.
Muchas veces he discrepado de Gonzalo, pero no en el amor a una profesión necesitada cada día de más autocrítica y de una vuelta a la confianza para construir un periodismo de verdad: informativo, veraz, independiente, valiente, honrado en su subjetividad periodística.
Los lobos solitarios están en una mayoría fuera de la profesión. Viven extramuros de la idiotez de la rutina y las fidelidades ajenas a la información.
Son una especie amenazada.
Juan Cierco | Periodismo español, doce años después
Gumersindo Lafuente | El orgullo del periodista solitario