Los resultados de las elecciones catalanas son un mal resultado para José Luis Rodríguez Zapatero.
El presidente lo dio todo. Del archivo de Salamanca al Estatut y ahora el nuevo reparto de los Presupuestos (aún en trámite). En la campaña ha estado omnipresente, pero el desgaste del tripartito ha ahogado el efecto ZP.
Primero se encandiló con Maragall, luego lo defenestró y Montilla no ha podido superar tanta intervención de Madrid en la política catalana.
Pierde el candidato de Zapatero.
El PSC sale malparado del experimento tripartito. Esquerra, también. A la España plural parece faltarle izquierda de progreso, como fue llamado al principio el govern, y sobrarle nacionalismo.
La irrupción de Ciutadans y el crecimiento de ICV son un síntoma muy a tener en cuenta.
El PP de Josep Piqué aguanta mucho mejor de lo que hacía presagiar el clima tormentoso de campaña y los sondeos. A la gente volvió a darle miedo decir que habían votado a los populares.
El PP recuperará fuerzas para el medio fondo que va hasta las próximas municipales.
La negociación de paz con ETA no avanza y la kale borroka vuelve a las calles del País Vasco.
Surge la impresión de que el gobierno está paralizado tras haber aprobado los grandes proyectos políticos del programa electoral.
Laxitud. Algunos desconciertos y contradicciones siembran dudas sobre el pulso del ejecutivo.
Ciertas declaraciones y gestos del presidente recuerdan el aislamiento de otros. Pero Zapatero sólo lleva dos años y medio en el poder.
El poder también desgasta. A veces demasiado rápido.
P21 | Tripartito castigado
