Miguel Santa Olalla escribe en Libro de Notas una crítica contra la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía (borrador del programa en pdf). Su conclusión es: "cuánto más sabemos de la ciudadanía, más miedo produce su implantación" porque "el pensamiento autónomo languidece".
Hasta aquí de acuerdo, pero en su sentencia contra el "fracaso de toda una sociedad" echo de menos el fracaso de la filosofía y los filósofos españoles.
Este gobierno habla mucho y escucha poco. Pero el silencio de los filósofos españoles en la vida pública es desde hace años un síntoma de su irrelevancia.
Sin una crítica sobre su acción y posición, mal comenzamos. La filosofía es pensamiento crítico. Obviar los propios problemas no revela espíritu crítico. Resignarse a la banalidad de su acción es la derrota de la voluntad ética.
Familias, medios de comunicación y políticos tienen la culpa, según Santa Olalla.
¿Y los profesores filósofos? Es posible un fracaso tan grande de la política educativa y de la educación en España sin mácula para ellos.
En mi opinión el filósofo peca de corporativismo al defender la asignatura de Ética frente a la nueva, como llevan haciendo hace tiempo el colectivo de profesores de filosofía. Su crítica al temario y a las horas asignadas es más pertinente.
Repaso la lista de los libros de no ficción más vendidos y veo la misma saturación de autoayuda de los últimos años.
Eso es la filosofía hoy y posiblemente la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que comienza con la apelación a habilidades psicológicas y emocionales para luego pasar a contenidos éticos rayanos en lo políticamente correcto, como bien analiza el autor en un documento comparativo (pdf para descargar).
¿Dónde están los filósofos españoles?
¿Es capaz el público (no digo el gran público, sino simplemente el culto) de citar tres nombres de filósofos españoles contemporáneos más allá de José Antonio Marina, genio de la autoayuda ilustrada y el activo Fernando Savater?
Tras la desaparición de los grandes ensayistas del franquismo y recuperación de la democracia (Ayala, Marías, Ferrater Mora, Aranguren, Sastre), ¿tiene el público general personajes críticos de referencia? ¿escriben en los diarios? ¿están y son influyentes en internet, donde el debate de ideas ya anida?
La filosofía después de Nietzsche necesita el genio de la literatura. Desde que Zaratustra asesinó a Dios sólo el verbo humano nos libera.
Desde la Revolución Francesa es el estado quien educa políticamente a los ciudadanos, para bien y para mal. Después de los totalitarismos cosificadores del siglo XX, la sociedad del bienestar reconvertida en sociedad del ocio prefiere la autoayuda a la disciplina crítica.
¿Dónde está la sociedad española, sus fuerzas cívicas, y qué papel desempeñan en ella los filósofos?
Un poco más de método socrático, por favor.
El error está primero en la inacción del pensamiento español (por supuesto del más filosófico) en la vida pública. Literatos, periodistas y politólogos, sociólogos o psicólogos son más conocidos e influyentes.
La rendición al poder y el sectarismo tienen mucho que ver. También la falta de glamour, obligada en la sociedad espectáculo. Y al fin y al cabo, es estética, imprescindible en el pensamiento elegante hasta para el panfletismo y la metafísica.
¿Cuánto saben los alumnos y jóvenes españoles de filosofía? Ética es desde hace años una asignatura maría y deslucida.
La filosofía se estudia desde hace tiempo en España con un concepto historicista y mamotrético que aleja a muchos estudiantes de sus renglones aburridos y, a menudo, equivocados y perversos.
Profesores como Agustín García Calvo o Daniel Innerarity son una excepción. Y elijo diferentes generaciones y visiones a propósito.
El problema es confundir -empezando por sus promotores- Educación para la Ciudadanía con religión, ética y filosofía.
La Ciudadanía debe formarse (también en la escuela y en toda la educación) independientemente de la opción religiosa de los alumnos y no sustituye a la filosofía, si acaso la completa.
La filosofía debe estudiar las ideas y alentar el pensamiento crítico mientras la Ciudadanía debería preparar a los jóvenes para ser mejores ciudadanos.
Su materia, en mi opinión: un conocimiento intensivo y crítico de la sociedad a la que pertenecen, el análisis de sus valores (los sociales, no los gubernamentales ni territoriales) y el desarrollo del conocimiento y uso de los derechos y obligaciones ciudadanas.
Algunos de esos elementos subyacen en el programa. La comunidad educativa y los profesores deberían participar activamente en la definición final para evitar su conversión en propaganda del poder o reduccionismo moral.
Entonces la filosofía, la ética y los filósofos posiblemente estarían más presentes en las mentes de los alumnos y la sociedad.
Pensamiento crítico y voluntad. Sin exclusión. Ante tanta corrección política, tanto emotivismo y tanta confusión, los filósofos, sabios de la república, también tienen su parte de culpa en su fracaso social.