José Antich, director de La Vanguardia, lo dijo entonces. El polémico informe Sellarés sobre la financiación pública de la prensa en Cataluña era una maniobra de Esquerra. Ahora el conseller en cap, Josep Bargalló, presenta las subvenciones y gasto en publicidad con la prensa del año 2003 y anteriores en cumplimiento de la promesa del president Pasqual Maragall de aclarar las cuentas.
La Vanguardia (209 mil ejemplares de difusión) percibió más dinero que el resto de la prensa junta: 10,44 millones de euros de la Generalitat de CiU en 2003. Los demás recibieron 10,25 millones de euros.
Los dos diarios en catalán, Avui (28.300 ejemplares) y El Punt (26.382 ejemplares) salen también beneficiados porporcionalmente frente a El Periódico (100.976 ejemplares en castellano y 69.981 en catalán, total: 170.660).
En el 2003, el segundo diario en ingresos de la Generalitat fue Avui, con 5.186.680 euros, seguido de la empresa Comit, editora de El Punt, con 2.850.150 euros. Primera Plana, editora de El Periódico, recibió 1.883.080 euros.
En el 2002, La Vanguardia percibió 4,92 millones; El Periódico, 4,05 millones; Avui, 2,82 millones, y El Punt, 2,22.
Entre los diarios nacionales, el más beneficiado fue El Mundo (16.371 ejemplares en Cataluña), con más de 300 mil euros.
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Esquerra ajusta cuentas con los medios. Ahora se hace claro el cinismo con el que unos y otros reaccionaron ante el informe Pallarés, que acabó saliendo del gobierno catalán y pagando el pato de un ajuste de cuentas y una necesidad de reenfocar la información pública en Cataluña.
La campaña electoral autonómica del 2003, la "operación Piqué" y el apoyo al delfín de Pujol, Artur Mas son elementos imprescidibles de esta historia y sus cuentas.
Los datos de la financiación de la prensa catalana revelan un problema de todo el estado: el asalto financiero del poder político a los medios. Las cuentas de muchas editoras, radios y televisiones no aguantan sin una fuerte inyección de dinero público a través de publicidad institucional y ayudas directas.
El poder necesita de los medios y, en un mercado como el español, muchos medios del poder. Algunas aventuras periodísticas no tienen más razón que la financiación pública y el apoyo a determinados políticos.
Diarios, televisiones locales y otros emprendimientos llegan a la calle o no en función de los acuerdos finales de financiación y simpatías.
Las autonomías son los grandes agentes de financiación y corrupción del periodismo y los medios. Su desarrollo y la necesidad de contar con altavoces de sus acciones e intereses ha desembocado en un mercado ficticio y en un debate público e informativo falso.
Esta connivencia de política y medios es la principal causa de pérdida de credibilidad de los medios en España, como demuestra una tras otra encuesta.
Sólo los medios profesionalizados, con editoras independientes y convencidas de que su activo y objeto empresarial es la información podrán resistir. Pero entretanto el espacio público se corrompe y achica, y el mercado de los medios, artificialmente hinchado, degenera.
Los ciudadanos pierden confianza en los medios, en los políticos y en la democracia.
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