Ser líder tiene la ventaja y el problema de que se fijan en ti y te conviertes en objetivo de muchos. Un precio alto pagado a menudo con gusto. 20 Minutos, el diario gratuito líder se ha topado con el nacionalismo en Cataluña, que reclama mayor uso del catalán en las páginas de la edición barcelonesa.
Lo más natural es que una sociedad bilingüe cuente con medios bilingües y otros publicados en cada uno de los idiomas utilizados por los ciudadanos pero, ¿dónde está el punto de equilibrio adecuado?
Desde Tribuna Catalana, una de las publicaciones más combativas del nacionalismo, se comenta una respuesta del director, Arsenio Escolar, a un lector que le demandaba más catalán. Tribuna Catalana dice:
"Las tres páginas mal contadas en catalán -de las más de 30 que acostumbra a tener- conforman un porcentaje irrisorio del conjunto del diario. El hecho, sin embargo, no preocupa ni poco ni mucho al director de Burgos".
El desdén con el que se expresan algunos nacionalistas asusta. Te descuidas y te navajean por razón de cuna, algo que sólo ata a quienes creen en tales determinismos. Con esa ajenidad pierdes todo derecho no ya a tener razón, sino incluso a elegir libremente qué producto poner en un mercado libre (sometido a licencias y tasas municipales) para la libre elección de los ciudadanos.
Desdén también para los profesionales del diario en Cataluña, anulados por la etiqueta de extranjería corporativa, a pesar del 20% de capital de Zeta en el gratuito, empresa de origen barcelonés. El resto del capital es noruego.
El director de 20 Minutos defiende que "en las páginas de información local de la edición de Barcelona (las secciones Barcelona, Catalunya, Zona 20, Sortir, Tutiplán...) usamos el catalán y el castellano prácticamente por igual, al 50%". Explica también que el aumento de ediciones y páginas ha hecho que la información producida en castellano por todas sus delegaciones se imponga sobre los primeros tiempos, cuando la redacción de Barcelona ostentaba un mayor peso informativo.
El uso del catalán en los medios es objetivo prioritario de la normalización lingüística (la recuperación de espacio público para las lenguas autóctonas) y ha sido un asunto delicado en Cataluña y en el resto de las autonomías con lengua propia.
Al empuje político, cultural e institucional los medios han opuesto cierto rechazo de parte de la audiencia, los temores a una fragmentación obligada del mercado y las dificultades para producir información propia en las diferentes lenguas.
En Cataluña el impulso y la presión institucional ha sido enorme, como también la política. Pero los grandes medios privados han mantenido una apuesta por un bilingüismo con primacía del castellano. Sólo unos pocos han seguido prácticamente ajenos al uso del catalán.
Los modelos varían pero tanto en Cataluña como en otras comunidades, la experiencia demuestra que la mejor fórmula es la convivencia con naturalidad dentro del mismo producto entre los de difusión generalista y la publicación en una u otra lengua en los especializados.
En ninguna autonomía con lengua propia ha triunfado por el momento ningún medio privado de gran difusión en lengua vernácula.
El Periódico optó por una doble edición en castellano y catalán que ha aumentado los gastos de traducción y producción. El diario se sigue redactando en castellano y la edición catalana no produce información propia. El diario de Zeta vende poco más del 40% de su edición en catalán, un porcentaje estable y ya previsto en el proyecto inicial.
La Vanguardia restringe su empleo a ciertos suplementos y contenidos culturales y de opinión.
Avui ha sido un fracaso continuo sostenido por Convergència desde la Generalitat de Jordi Pujol y ahora está en manos de un tripartito sorpresivo: Lara (Planeta), Godó (La Vanguardia) y la Generalitat.
Poco a poco el catalán, como el gallego o el euskera, han ido ganando espacio al hablarse más y, sobre todo, por la incorporación a la audiencia de nuevas generaciones ya educadas en esos idiomas. Un factor fundamental para el aumento de la demanda de información y prensa.
Pero la demanda de diarios en catalán no ha aumentado. Hace quince años el total de difusión de la prensa generalista de pago catalana (sin las ediciones de las cabeceras nacionales) rondaba los 465.000 ejemplares diarios. Hoy está prácticamente igual. Los grandes diarios están estancados con tendencia a la baja (OJD últimos diez años: La Vanguardia, El Periódico), Avui ha perdido un tercio de su difusión y sólo los diarios pequeños, especialmente El Punt, que ha seguido una estrategia de crecimiento territorial, han ganado ejemplares.
Y eso pese a un enorme desembolso de fondos públicos en subvenciones y ayudas institucionales que han hecho de la prensa catalana una de las más subvencionadas.
El fenómeno no es exclusivo. En el resto de las autonomías, con o sin lengua propia, la financiación pública ha crecido en la medida que los políticos demandan propaganda, espacio en los medios y publicidad de su gestión.
Y todo sin contar las radios y televisiones públicas, sostenidas a precio de oro por las arcas del estado y las comunidades autónomas.
En la Red también han crecido muchos medios en catalán sostenidos gracias a sus menores costes y, en determinados casos, a una generosa aportación pública por varias vías.
Los gratuitos nacieron con la idea de ser neutrales en temas como la política, la religión o las identidades. Su necesidad de grandes audiencias no vinculadas a una línea editorial los hacía repeler las características que pudieran provocar rechazo en una parte de los posibles lectores.
Pero realidades como la española, donde la política y las identidades lo invaden todo, son tozudas. El catalanismo siempre ha sido extremadamente sensible con los medios, ahora le toca a los gratuitos.
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