Gabriel Elorriaga, secretario de Comunicación del Partido Popular, convocó ayer una rueda de prensa para felicitar a la Asociación de las Víctimas del Terrorismo por la manifestación del sábado contra el diálogo con ETA. Pero la convocatoria acabó en enfrentamiento entre el político y los periodistas cuando Elorriaga acusó a los medios públicos de manipular la información sobre la protesta.
Un redactor de TVE y una redactora de EFE contestaron al político popular que se habían ofrecido todas las estimaciones de participación.
[Vía Escolar.net]
"TVE, RNE, algún teletipo de la agencia Efe y algunas cadenas autonómicas de gobiernos del PSOE fueron un ejemplo de manipulación informativa completamente despreciable", dijo Elorriaga.
Para el PP, la crónica de TVE "ofreció una visión de unos incidentes que fueron completamente menores, en una manifestación de cientos de miles de personas, y eso se llama manipulación informativa".
El secretario de Comunicación popular aprovechó para anunciar que su partido no acudirá más al programa 59 Segundos porque "TVE está extendiendo su manipulación más allá de los telediarios a lo largo de toda su parrilla informativa" y citó además a Informe Semanal y Las cerezas de Julia Otero como otros ejemplos de manipulación.
El PP vuelve a padecer ahora desde la oposición el manejo histórico de los medios públicos que se hace en España. Zapatero no ha conseguido hacer realidad sus promesas y algunos tímidos avances como los planteados por el Comité de Sabios todavía esperan.
La situación de los medios autonómicos es similar, sea cual sea el partido que manda. La cultura democrática no impregna los medios públicos, entendidos casi siempre como franquicia de partido.
Las reformas prometidas por Zapatero no han llegado. Pero al PP le faltan credenciales adecuadas en cuanto a limpieza informativa con el precedente de Alfredo Urdaci y su manejo de los telediarios de TVE. La televisión de Galicia, la valenciana o la madrileña no son espejos de virtud.
Con un sistema de comunicación cada vez más politizado es urgente un gran pacto nacional sobre los medios públicos y su gestión para conseguir la mayor independencia y profesionalidad posible.
Pero no es sólo un problema de cultura política, sino también de cultura periodística. Una de las mayores amenazas para la independencia de los periodistas se cuece en el futuro Estatuto del Periodista Profesional, que aleja la autorregulación y nombra a los políticos patrones de la profesión periodística a través de los consejos estatal y autonómicos de la información.
La orientación ideológica de los medios es legítima y necesaria para la democracia, siempre que sean privados. La separación de información y opinión, también y para todos. El rigor y la precisión son esenciales en los medios informativos, y una necesidad democrática inviolable en los públicos.
Los políticos deben aprender también que la continua carga contra el mensajero, aún a sabiendas de la inexactitud o partidismo de muchas acusaciones, sólo contribuye a alejar a los ciudadanos de la vida pública y a minar la confianza en sus actores. Un problema que afecta a todos.
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