Reuters deja Fleet Street, la mítica calle de la prensa británica. Es el último de los monstruos de la información que abandona la calle que ha simbolizado la prensa del siglo XX. Su abandono es otro mojón más en los cambios de la prensa y la información.
Allí nacieron y crecieron los diarios populares, los grandes lores de la prensa (Northcliffe, Rothermere, Beaverbrook) la crearon igual que marcaron la división entre sábanas de calidad y tabloides populares, otro mojón derribado.
Fleet Street ya no es la calle del Daily Mirror de los obreros rojos, del The Times de los abogados y los políticos, del Telegraph aristocrático, del The Sun de los británicos de piel blanca como la espuma de sus pintas.
Rupert Murdoch, el bucanero, el hombre que llegó de la lejana Australia para encumbrar a Margaret Thatcher y cambiar para siempre la prensa (británica: Sun, Times, Sunday Times; americana: New York Post, Fox; mundial: Sky y sus satélites) le asestó el golpe de gracia cuando se llevó sus diarios a Wapping y doblegó a los sindicatos, poderosos en los talleres y aferrados al plomo.
Murdoch dejó en 1986 Fleet Street y en la calle quedaron las viejas fundiciones, las linotipias y los viejos diarios de letra y papel. En la rivera del Támesis dejaron los viejos diarios y en Wapping se asentaron las innovaciones que ya Harold Evans había promovido desde 1981.
La agencia Reuters deja ahora la calle de la tinta y ya no queda nadie. No huele a noticias, no hay voceadores somnolientos ni pubs repletos de humo y periodistas tres d´s (deprimidos, dipsómanos y divorciados) con la corbata floja como sus cerebros.
Es una nueva era y un nuevo desafío para la información. Ya no hay preimpresión, ya no hay montaje, ni siquiera quedan fotolitos, devorados por el CTP (computer to plate).
Los barones de la prensa hicieron de Fleet Street la calle de las noticias, el poder y el dinero. A finales de siglo llegaron los chicos del Excel (Michael Wolff) y convirtieron el cuarto poder en dinero líquido, anotaciones en casillas de un programa para contables.
Murieron los barones, los grandes magnates, reinan los ejecutivos.
Fleet Street ya no es la calle de la prensa y la prensa no sabe bien qué va a ser. Rupert Murdoch le dio la primera gran patada a las rotativas y acaba de dar otra a favor de internet.
Fleet Street no podía durar.
The Independent | Drink and ink: the end of a world we thought would last for ever
P21 | La revolución tabloide