Ahora que el referendo sobre la reproducción asistida sólo ha logrado movilizar a uno de cada cuatro italianos en su segundo día, y por tanto se mantiene la protección máxima al embrión, es momento para preguntarse, como hace Luis Alfonso Gámez, periodista especializado en temas científicos, por qué un diario como El Mundo publica dos artículos tan panfletarios y poco informados como los que la periodista italiana Oriana Fallaci escribió a favor del mantenimiento de la prohibición de la investigación con embriones y contra la reproducción asistida.
Quizá la respuesta está en algunas prácticas de las que poco a poco minan la confianza de los lectores en la prensa, entre ellas:
>> El periodismo de famosos: Oriana Fallaci es una estrella desde sus tiempos de reportera intrépida. Pertenece a esa estirpe de mujeres reporteras que nunca tuvieron miedo. Es una pena su mal envejecer y su búsqueda de causas para ocupar las primeras planas. Sólo por ese afán se pueden entender sus últimos panfletos, escritos con más voluntad de ofensa y de crear ruido mediático que con rigor e información.
>> Puro sensacionalismo: un tema complejo y difícil, que afecta a lo más íntimo de las personas, se aborda enmascarando la falta de rigor y la superficialidad con cientos y cientos de líneas (el artículo ocupó cuatro páginas en dos días) que abruman al lector. Es el viejo engaño de apoyar una presunta razón en la cantidad por encima de la calidad de los argumentos.
>> A río revuelto...: Pedro J. Ramírez es un experto en sacar petróleo de todos los líos, una característica envidiada por muchos.
>> Mensajes subliminales: El Mundo desliza frecuentemente ideología y guiños a una parte importante de sus lectores (si resisten los puñetazos de Federico Jiménez Losantos y otros columnistas) a través de artículos e informaciones con una interpretación muy propia y nada inocente de la actualidad.
>> Presunta pluralidad: Para no perder esa doblez tan característica de algunos medios, El Mundo publicó ayer un artículo del reciente premio Príncipe de Asturias Giovanni Sartori, un texto menos presuntuoso y mucho más informado.
Es una pena que el diario se dejase engatusar por el efecto Fallaci y no hubiese escogido alguien más informado y representativo para defender esa visión sobre un tema complejo que preocupa a una gran parte de la sociedad y afecta a nuestro futuro como seres humanos de forma radical.