Es tiempo de pragmatismo y no de santa cruzada. El rigor dogmático de un cardenal pierde por la mínima ante la concordia episcopal de un monseñor que supo convencer al nacionalismo de que se puede ser castellano y obispo de Bilbao.
Hubo un tiempo en que el primado Gomá parecía redivivo, pero la dureza cardenalicia acaba y deja paso a las suaves maneras, a las manos blandas acostumbradas al misal, no a la espada.
No es tiempo de cruzada ni del dogma de la unidad de España. Blázquez sabe que eso es cosa de fe. Y la fe se tiene o no se tiene. En Bilbao se aprenden esas cosas. Mejor será dejar enterrada la espada de Santiago Matamoros y salvar el Concordato y las escuelas. Bienes terrenales.
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