Friday, May 14, 2004

La excepción catalana

Aquí no ha pasado nada


El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall, anuncia que acabará con la vieja política convergente de subvención de medios afines. Transparencia, reducción progresiva de ayudas y disminución de la competencia de los medios públicos en el mercado publicitario. Son sus compromisos.
Maragall demostrará una "libertad que ni los gobiernos del PP ni los de CiU le dieron" a los medios, dijo en la sesión de control sobre el escandaloso Informe sobre Mitjans de Comunicació que destapó la financiación política de la prensa catalana.
El informe Sellarés se atribuye a "una persona relacionada con los medios" que lo envió altruistamente a la Secretaría de Comunicación del Gobierno catalán.
Después del sofocón y los colores, todos contentos.
El conseller en cap, Josep Bargalló, se permitió agradecer a CiU la revelación pública del informe para "madrileñizar" la política catalana. No falla. Cuando los nacionalistas deben afrontar responsabilidades, la culpa siempre es de ese ente amenazante y misterioso oculto bajo el nombre de Madrid.
El diván de Freud y Jung no resistiría mucho tiempo en esta España plural nuestra.

Maragall anuncia más transparencia y menos competencia en el mercado de la Corporación Catalana de Radio Televisión (CCRTV), dirección más independiente (ya lo demostraron con el nombramiento de Joan Majó, ex ministro socialista) y una disminución progresiva de las ayudas a la prensa: 20 millones de euros en 2004, cinco menos que en 2003, y 15 para 2005.
El president promete criterios claros y transparentes para su concesión: lingüístico, modernización de infraestructuras, etc.
El diario Avui, el gran fracaso de la prensa catalanista, siempre en pérdidas desde su fundación y permanentemente sostenido por CiU, logra de Esquerra una "ayuda extraordinaria" de dos millones de euros para paliar su crisis perenne.

Mientras, Joan Majó, director general de CCRTVE, reconoce un acuerdo confidencial con Prisa para que TV-3 se haga cargo de parte de la deuda de Sogecable y cumpla sus compromisos de producciones conjuntas.
Prisa y sus profesionales copan las direcciones de comunicación de los ministerios en Madrid y restablece relaciones en Barcelona tras años de desencuentro con Pujol.

Y aquí no ha pasado nada. Todos contentos. Seguirá habiendo dinero público para la prensa catalana, para Avui y El Punt por la lengua. Para La Vanguardia y El Periódico por difusión y estandartes.
En La Vanguardia el rubor está sofocado y su director, José Antich, seguirá por el momento en su sitio tras ser identificado como el hombre de CiU en el rotativo tradicional.
Francesc de Carreras, catedrático de la UAB, justifica en La Vanguardia las ayudas para mantener la calidad de la prensa. Se pregunta el catedrático:
"¿Qué sucede cuando, de acuerdo con las reglas del libre mercado, los medios de comunicación privados no pueden hacer frente a los cuantiosos gastos que esta calidad exige?"

Es curioso que no se pregunte por los dividendos desproporcionados, por la mala gestión sin responsables de los medios, por la estrategias de expansión faraónicas fracasadas, por los caprichos y el expolio de muchos ejecutivos.
Pocos de esos gastos tienen que ver con la calidad pero pesan mucho en la cuenta de resultados de los medios.
¿Y los reiterados intentos de instalar medios en el mercado que no interesan a la audiencia ni aportan más y mejor información?

A la sombra del poder se vive bien, aunque la difusión se resienta y la credibilidad mengüe. Pero siempre estará Madrid para echarle las culpas. Los trapos sucios se lavan en casa. Ya lo decía Josep Plá con mayor autoridad.
Excepción catalana. ¡Qué descanso!

El Periódico
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