El nivel de enfrentamiento al que se ha llegado de nuevo en la política española se dispara conforme se acerca el aniversario de nuestra peor tragedia terrorista. El talante se ha ido al tacho.
El último episodio son los insultos del senador del PP al Comisionado para la Víctimas del Terrorismo, Gregorio Peces-Barba.
Más allá de las razones de fondo para las críticas, que las hay, no es de recibo este comportamiento en un senador. La política no es esto. La política es el argumento, no el insulto. A veces es difícil, duro, frustrante, pero no debe llegar a estas bajezas.
La negativa del PP a firmar las conclusiones sobre lucha antiterrorista de la Comisión del 11M es legítima, pero no debe llevar a exabruptos como el que hoy se ha escuchado en el Senado. Así no se va a ninguna parte.
No ayuda a las víctimas, ya desencantadas una y mil veces con el comportamiento de los políticos.
La campaña contra Peces-Barba el legítima, así es la democracia. La exageración en el insulto y la descalificación sólo resta razón a quien la emplea. Se pierden los argumentos y queda el insulto.
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