Políticos de la Transición de todos los colores, periodistas (entre ellos los directores del ABC, Ignacio Camacho; el del Periódico, Antonio Franco, o el director de la agencia Colpisa, Rogelio Rodríguez), estrellas de la radio como Iñaki Gabilondo, artistas y escritores se reunieron citados por seis reporteras (Amalia Sánchez Sampedro, Anabel Díez, Mercedes Jansa, Susana Olmo, Karmentxu Marín y María Antonia Iglesias) para homenajear a Santiago Carrillo en su 90 cumpleaños.
Su mujer le había dicho que Rodolfo Martín Villa, el ministro de Interior que le dejó entrar en España, le detuvo y le liberó para abrir el camino a la reconciliación con el Partido Comunista, le esperaba para cenar. Cuando el veterano dirigente que trajo el eurocomunismo a España llegó al hotel le esperaban 300 personas.
A 60 euros por cabeza sus amigos le dieron una de las grandes sorpresas de una vida repleta de sobresaltos y claroscuros. De los episodios trágicos de la Guerra Civil, el exilio y la clandestinidad a la vuelta democrática para apoyar la integración de los excluidos por 40 años de dictadura en la joven democracia presidida por el Rey Juan Carlos.
Mucho cariño y entendimiento de ése que tanto escasea hoy, treinta años después de la muerte de Franco. A unos centenares de metros de la cena, el gobierno socialista (representado por el presidente Zapatero y varios ministros) sorprendía a Carrillo con su mejor regalo: el desmontaje de la estatua ecuestre del dictador en Nuevos Ministerios.
Sólo dieron la nota algunos profesionales del cóctel (artisteo) vario, que llegaron ya entonados del homenaje a Francisco Ayala, recién cumplidos los 99 años, y a los que les costaba mucho sostener la risa y las voces.
El Periódico | Lección de política