Paul Newman se retira. A tiempo, sin estridencias. Como el señor de la pantalla que siempre ha sido. Los ojos azules más influyentes del cine dejan de mirar a la cámara con ese brillo burlón y profundamente humano, siempre cercano.
Fue el hombre bueno. Hasta cuando era malo era bueno. Pero esa mirada salvaba cualquier pastelazo. El mejor de los buenos, con ese brillo burlón y cariñoso.
Ha sido junto a Marlon Brando el gran producto del Actor´s Studio. Nunca abandonó el método, pero lo hizo tan suyo que no se notaba. Strasberg estará contento.
Su filmografía es inabarcable, pero siempre será el acabado y resentido Brick Pollit de La gata en el tejado de cinc caliente, junto a la mejor Liz Taylor, el Butch Cassidy de Dos hombres y un destino (Butch Cassidy and the Sundance Kid ), pero también el plutócrata de cómic de El gran salto, ese viejo policía aún útil de Al caer el sol (gloria de la pasión madura junto a Susan Sarandon) y ese otro viejo mafioso de Camino a la perdición, envolviendo el negro en un paño de bondad (con su heredero para la santificación en Hollywood, Tom Hanks).
Newman no actuará más, pero siempre estará en el cine.
Paul Newman | Todocine