Tuesday, November 30, 2004

El triunfo de Aznar

José María Aznar ganó ayer su última batalla. Como Cid panza arriba, una vez muerto, apeado de sus cargos públicos confiado en un triunfo electoral que no fue, el presidente de la FAES pasó por la Comisión Parlamentaria del 11-M y dijo lo que quería decir.
Hoy algunos piensan que tenían razón los socialistas que no querían que el ex presidente compareciera. A la vista de lo ocurrido ayer tienen y no tienen razón:
>> la tienen porque se vio el patético espectáculo de señorías diputados de escasa cualificación, peor razonamiento e incapacidad para formular preguntas concretas y llegar a algún sitio con sus argumentos;
>> no la tienen porque esta Comisión sin objetivos es un toma y daca entre partidos con poca intención de atopar verdades, pero los ciudadanos tienen derecho a saber.
Por eso el duelo vuelve a batirse en los medios.
Véanse los diarios de hoy para comprobarlo.
En la calle y en la Red las cosas van por otro lado. La gran mayoría de los ciudadanos ya han hecho su particular comisión y tienen juicio. Muchos lo tuvieron ya el 14-M.

Aznar dio bien en televisión: sereno, contundente, apuntando con sus gafas y con la mirada decidida, sin perder la compostura fueras cuales fueran sus acusaciones.
Enfrente tuvo contrincantes de poca monta y escaso acierto. Tanto que al ex ministro Ángel Acebes le asomaba la sonrisa a los carrillos cuando la televisión le preguntaba a medio día por la comparecencia de su jefe.
Algunas de sus señorías no fueron capaces siquiera de interpelar al ex presidente con las preguntas que los periodistas les facilitaban para llegar a algún dato concreto.
Eduardo Zaplana, del PP, estuvo casi toda la comparecencia repantigado en su silla, en una actitud impropia de quien trabaja para los españoles y que en cualquier otro lugar público hubiera sido tachada de vulgaridad de un maleducado. Los ciudadanos no tienen porque soportar chulerías de barrio. Hizo las preguntas que convenían a su propósito, como corresponde.
Jordi Jané, de CiU, se centró en la polémica de porqué no se convocó el gabinete de crisis que marca la ley. Las respuestas del compareciente no convencieron y Aznar quedó en evidencia.
El diputado de ERC, Joan Puig, hizo muchas proclamas pero muy pocas preguntas. Su alusión a "hacer un café" con Aznar para aclarar algunas cosas no es de recibo. Si no quería que el ex presidente escapase a sus preguntas, haberlo reconvenido. Sobre el resto, todos los ciudadanos tenemos derecho a saber lo de unos y otros. Cualquier alusión al secreto invalida lo demás.
Emilio Olabarría, del PNV, desveló su verdadero pensamiento y el de parte de su partido respecto al terrorismo vasco y a sus objetivos finales. No era la Comisión lugar para el plan Ibarretxe. La peripecia protojurídica de intentar invalidar a Aznar por su condición de víctima del terrorismo fue, cuando menos, deleznable. Lo que invalida en derecho no lo hace en política.
Gaspar Llamazares, de IU, se enredó con las patas y tinta del calamar, como hace siempre con sus frases hechas, pero al menos pegó donde dolía.
Álvaro Cuesta, del PSOE, aludió a la política y muy poco a las responsabilidades, a los agujeros de seguridad, a las reacciones concretas de aquellos tres días de marzo.
Los partidos no pusieron a sus mejores figuras en la Comisión porque comenzaron intentando matarla desde el principio. Algunos ya se están arrepintiendo.

elmundo.es | Once horas con Aznar
El Periódico | El Aznar de siempre
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