Coto al mercado de la abundancia. Apple no quiere oír ni hablar de precios bajos para la publicidad. Anunciarse en iPhone o iPad con su nueva plataforma publicitaria iAd costará un mínimo de un millón de dólares anuales (760.000 euros) con un modelo mixto de por impresiones y clics que elevará el precio (CPM) de la publicidad a entre 30 y 45 dólares, bastante más de lo que se paga actualmente por los anuncios en móviles.
Apple quiere grandes marcas con buenos anuncios. Inversión elevada y precios altos para atraer a los mejores proveedores de contenidos y desarrolladores a la plataforma comercial de su nuevo dispositivo, iPad. Un lanzamiento con un millón de unidades vendidas, que se suman a los 85 millones de usuarios de iPhone y iPod Touch.
El iPad está pensado para asegurar el consumo de contenidos, mantener controlada la distribución vinculada a su soporte y atraer a clientes de perfil alto, con gran capacidad de gasto y abiertos a pagar por los contenidos.
Acabar con la abundancia digital y volver a un mercado controlado y con precios altos para evitar un derrumbe económico como el provocado por Google con su dominio de las estrategias de publicidad barata.
Apple no quiere enfrentarse al dilema de Google: aumentar la cantidad de inventario y seguir bajando los precios o apostar por un mercado de más calidad con menos publicidad pero más cara.
Su respuesta le ha llevado a enfrentarse con los medios e incluso a financiar negocios con dumping para sostener el monopolio de la abundancia, como ha hecho con YouTube y el negocio audiovisual en internet.
Pero el tiempo ha demostrado que sólo los contenidos de calidad y con capacidad de fidelización y producción continuada, los profesionales, generan suficiente rentabilización.
La economía de la abundancia se ocupa de los bienes cuya producción es inmaterial o cuando el coste de la copia es marginal. No es el caso de los contenidos profesionales, informativos o de entretenimiento, que necesitan de una gran inversión para su realización.
La digitalización de la producción y distribución ha reducido los costes, pero los ingresos han caído en exceso. Tanto que no son capaces de pagar la creación y producción de contenidos de calidad.
Steve Jobs pertenece a otra generación y a otro negocio. Apple siempre ha sido para minorías. Gracias a esa exclusividad sostuvo su negocio hasta la llegada del iPod. Entonces encontró su otra gran fórmula: vincular los contenidos al soporte y crear un canal de distribución cómodo, atractivo y ventajoso para el cliente y los productores.
Se convirtió en la clave del negocio de la música porque las discográficas perdieron el control del precio y el canal de distribución. Ahora intenta lo mismo con los medios audiovisuales, los ebooks y algunas grandes marcas informativas con el iPad. Incluso mejorando las condiciones de otros comercializadores como Amazon.
La venganza de la abundancia se cierne sobre todos. Google sigue siendo el gran mayorista, la puerta de acceso a los contenidos, pero está amenazado por los dos nuevos modelos de acceso: las aplicaciones para móviles y televisión (widgets y webs adaptadas), y las redes sociales.
Cuando se calcula que los usuarios de internet móvil superarán a los de escritorio y PC entre 2013 y 2014, la exportación del sistema de gestión de los móviles sin neutralidad de la red, el nuevo control de los contenidos en las aplicaciones, de la identidad y navegación de los usuarios por las redes sociales cambia completamente el ecosistema abierto de la abundancia digital de la vieja internet.
Es también otra lección de la crisis. Evitar las burbujas y no confiar en el crecimiento infinito, ni de los contenidos ni del negocio.
Por eso también Google empieza a dar otra respuesta a su dilema aumentando los precios de la publicidad -como la inversión mínima en YouTube: 175.000 euros al día en home- y prometiendo otra estrategia de negocio para los móviles. Colabora con los diarios en la búsqueda de nuevas herramientas publicitarias y de pago para la información y trata de aumentar sus vías de negocio.
La siguiente fase es la presentación de una alianza con los fabricantes de televisiones como Sony para lanzar un sistema operativo de televisión basado en Android y llamado Dragonpoint.
Sony es líder en la comercialización de televisiones conectadas a internet, donde Yahoo lleva ventaja a Google con sus widgets y Apple ha convertido el iPhone y sobre todo el iPad en un éxito para el streaming audiovisual como Netflix o Hulu.
Google, como el resto del mercado, saben que la convergencia de la televisión e internet gracias a la banda ancha cambiará completamente los hábitos de los usuarios, los negocios y el sistema de distribución.
Los analistas esperan que la Google TV amplíe el acceso a los desarrolladores de aplicaciones y a los proveedores de contenidos, pero en la televisión en cualquier pantalla el contenido de prime time gana. Aunque siempre son bienvenidas las opciones y la fragmentación con la multiplicación de cadenas crea públicos más segmentados.
Una internet sin neutralidad de la red, con un modelo híbrido y cada vez más cercano a la televisión, con pago por acceso (operadoras, aplicaciones) y donde el consumo incorpora la interactividad de los usuarios gracias a las herramientas sociales.
Un mercado donde la abundancia digital volverá a estar gestionada por los grandes de la tecnología, las telecomunicaciones y los contenidos con una oferta ciudadanos premium.