Bruselas es un chollo. Lo saben de sobra los políticos de toda Europa. No hay mejor retiro de oro que un escaño en el Parlamento Europeo. No sorprende que los políticos más privilegiados de Europa quieran un iPad y le endosen la factura a los ciudadanos, según una iniciativa que aún debe ser aprobada.
En Bruselas se pierde la costumbre de utilizar el bolsillo propio con tanta prebenda, tanto presupuesto a su disposición, tanto viaje gratis, etc. etc.
¿Para que quieren un iPad sus señorías?
Ya tienen ordenadores de mesa y portátiles para su trabajo, además de teléfonos de última generación. Todo ello dentro del presupuesto del Europarlamento.
Pero son incómodos. Pesan, no son lo último. ¡Y son para trabajar! Inútil para la mayoría del Europarlamento, donde sólo unos cuantos trabajan y los demás reciben órdenes de qué votar y a qué comisiones atender.
Un iPad es más cool. Perfecto para leer la prensa. El iPad es un aparato pensado para el consumo, no para el trabajo ni la productividad. Por eso sorprenden todavía más declaraciones como la de la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, que al ser preguntada por TVE acerca del nuevo abuso no ha sido capaz de decir más que le gustaría que fuera una inversión en lugar de un gasto.
Lo dice una ministra de Innovación sin reparar en que se trata de un equipo con plataforma propietaria, contenidos controlados por Apple, con muchas aplicaciones de pago: por ejemplo, diarios, que sus señorías seguro pasan también al Parlamento Europeo.
Un gasto de cinco millones de euros -otras fuentes dan la cifra más ajustada de 700.000 euros- cuando toda Europa se aprieta el cinturón. Pero nunca hay recortes para el bienestar, la propaganda y los dispendios de Bruselas.
Europa puede seguir sufriendo para construir una sociedad de la información, con los ciudadanos perseguidos por las descargas, dificultades para el desarrollo de la banda ancha, limitaciones a la neutralidad de la red y la amenaza de una internet parcelada para ciudadanos premium.
Como nuestros queridos y desvergonzados eurodiputados. Sus señorías no tienen problema. Nunca pagan las facturas.