Monday, May 31, 2010

Ebooks con más derechos para los lectores

Más conocimiento, más información y más competencia deberían aumentar los derechos de los usuarios, pero el mercado digital parece ir en sentido contrario y reduce los derechos de los consumidores. Especialmente en derechos de uso, propiedad, privacidad y competencia. Los ebooks son uno de los ejemplos más claros.
Los últimos movimientos en el mercado digital amenazan con menos derechos para los usuarios. El aumento de plataformas propietarias como en los móviles y dispositivos portátiles (iPad, aplicaciones), la reducción de la competencia y la oferta abierta con la sujeción de los contenidos a las plataformas y dispositivos, el escaso crecimiento de los estándares y formatos libres, unidos al control de los datos de los usuarios, son una amenaza creciente para el consumo de contenidos digitales.
Las restricciones a la copia privada y la lucha contra las las descargas, unidas a la búsqueda de modelos de negocio más rentables, aumenta el control 2.0 de los contenidos y su consumo. Hasta el punto que los consumidores legales están pagando con pérdida de derechos las deficiencias del mercado y los problemas de las empresas.
Un ejemplo preocupante es el ebook. Cuando todavía asistimos al nacimiento del mercado del libro electrónico, las soluciones de comercialización que se están adoptando distan de ser las mejores y empeoran el uso de los libros cuando son digitales en lugar de aprovechar sus posibilidades.
Por el momento, los ebooks en muchos casos no se venden, sino que se paga por lectura.
Los ebooks están atrapados a ser leídos con restricciones en las plataformas de los grandes comercializadores como Amazon o Apple con el iPad.
Lo mismo ocurrirá con Libranda, la gran librería española de los grandes sellos (Planeta, Random House Mondadori y Santillana), como ya pasa en otras librerías digitales por el empleo de sistemas DRM (digital rights management) que limitan el uso y propiedad de los libros por sus compradores.
Hace bien poco, un estudio del Observatorio de la Lectura y el Libro del Ministerio de Cultura revelaba cómo las preocupaciones de los editores se concentraban más en el negocio, el reparto de derechos, el precio de los libros y el control de la copia en lugar de cómo crear una oferta de más valor y atractivo para los lectores y compradores de ebooks.
Un análisis de Anatomía de la edición indica que Libranda tendrá muy poco en cuenta la experiencia de usuario y la mejora de la comercialización.
Comprar un ebook en Libranda obligará a 14 pasos al comercializarse con Adobe Digital Editions y su DRM. El proceso baja un poco si el usuario ya está registrado: 11 pasos. Y lo peor es que cada vez que se cambia de librería obliga a un nuevo registro.

La compra de un ebook sin DRM rebaja los pasos hasta diez, además de las ventajas de mayor capacidad de uso, préstamo, lectura y copia en diferentes plataformas y reedición.
En Kindle, un sistema muy restringido en cuanto a derechos de usuario, sin embargo la compra es muy sencilla, sólo cinco pasos si no estás registrado y tres si ya lo estás.
La facilidad de compra es una de las bases del éxito de sistemas de comercialización como iTunes y App Store de Apple, o del propio Amazon en todos sus productos. La usabilidad y facilidad de la comercialización es clave para cualquier negocio. En el mercado digital puede ser la gran diferencia entre el éxito y el fracaso, como ya ha ocurrido en tantas plataformas de contenidos en España.
Y, por supuesto, o se gana en facilidad de uso y comodidad a las descargas o son imbatibles, por precio, experiencia y satisfacción de usuario.

La otra cuestión clave en el comercio de contenidos digitales es no renunciar a los derechos. Es absurdo que en el mercado digital se reduzcan los derechos del consumidor frente a los soportes físicos.
Los únicos que consiguen superar ese escollo, que debería estar en la mira de los reguladores y legisladores, son las empresas que crean un nuevo mercado, una nueva plataforma y un nuevo sistema de distribución y comercialización: Google, Apple, Amazon, los móviles, el cloud computing o las redes sociales.
Pero los derechos deben prevalecer al negocio.
En febrero pasado la Electronic Frontier Foundation norteamericana presentó una propuesta de derechos del libro digital donde se apuesta por asegurar la privacidad de los usuarios, la transparencia del mercado, la propiedad de las anotaciones y contenidos de los usuarios, diferenciar entre venta y alquiler de los ebooks, resistir a la censura postventa, rechazar los DRM y fortalecer los estándares y la interoperabilidad entre plataformas.
Otra iniciativa similar es la de Peter Brantley, del Internet Archive.
En DosDoce.com recogen esas ideas y proponen un dodecálogo de derechos del lector de libros digitales para garantizar la privacidad, la propiedad de los libros, los préstamos, reventa y regalos, la portabilidad, la propiedad de los contenidos de usuario asociados a los ebooks y su uso independiente de la plataforma de compra y lectura.
Son derechos inalienables que no cumplen la mayoría de las nuevas ofertas. En el caso de los ebooks, sólo un puñado de editoriales españolas han sido lo suficientemente valientes para apostar por formatos estándar como ePub y ventas sin DRM.
Necesitamos más iniciativas así para evitar el control 2.0 y que los consumidores no paguen las imperfecciones del mercado y el negocio.