Tuesday, February 09, 2010

Internet para ciudadanos premium

César Alierta relanza una discusión clave: ¿Deben pagar las empresas de internet por las redes? ¿Sólo pagan los usuarios? Telefónica amenaza la neutralidad de la red. Se discute por el dinero que fluye hacia internet y abandona a las telefónicas, las televisiones y a otros medios.

Internet se está dividiendo en parcelas dominadas por las redes sociales y las aplicaciones de móvil. La telefonía IP –voz en internet- compite por el negocio. Las descargas y el streaming de música y vídeo devoran ancho de banda, y compiten con los medios y sus contenidos de pago. El internauta paga por la conexión. Y los contribuyentes, impuestos para las nuevas redes. Las empresas de internet pagan servidores y ancho de banda, pero países como Francia quieren cobrarles una tasa. Los contrarios a la neutralidad defienden una red abierta, pero no neutral respecto a contenidos y servicios para poder cobrar por la distribución. Lo mismo que hacen Apple, Amazon o Microsoft para compartir sus plataformas con otros.

Los expertos no ven posible cobrar a Google, Facebook o Skype. Pero avanza la idea de una discriminación limitada para asegurar calidad y velocidad a los que paguen. Obama ha reforzado su compromiso con la neutralidad e impulsa una red abierta, donde consumidores y servicios no sean controlados por las operadoras. Aquí la propuesta de Alierta atenta contra la interconexión de redes entre operadores y la no discriminación de contenidos. La Comisión Europea contempla una neutralidad de mínimos para asegurar el acceso de los usuarios. Y permitiría a las telefónicas cobrar por los servicios que más ancho de banda consuman y que afecten a sus ingresos. ¿Y el respeto a la competencia? Las telefónicas compiten por el negocio digital con plataformas como Terra o Imagenio.

Sin una red abierta internet será más parecida a la TV de pago. Se agrandará la brecha digital entre ciudadanos premium, que pagan por los mejores servicios y comunicaciones, y el resto, los grandes beneficiados por la gratuidad.

Análisis para el diario Público