Es el momento. El Ministerio de Industria tiene que repartir las nuevas frecuencias del espectro radioeléctrico liberadas por el dividendo digital: las frecuencias aprovechables para otros usos tras el apagón analógico y la migración digital de la televisión.
Es la oportunidad para satisfacer la demanda por un servicio público digital de acceso a internet más allá de la promesa de aumentar el servicio universal de telecomunicaciones a una oferta de un mega por las operadoras en todo el territorio.
La asignación de las nuevas licencias radioeléctricas y el avance en el desarrollo de los nuevos servicios de telecomunicaciones es el momento adecuado para plantear un nuevo sistema operativo social y económico. Garantizar a los ciudadanos el acceso universal a los servicios públicos y comunes de la sociedad de la información y sustituir el viejo servicio público de radiodifusión: la radiotelevisión pública.
Cada vez importa menos tener televisión y radio pública cuando crece la oferta comercial con la TDT y las posibilidades de la televisión móvil y en internet (iptv). El futuro de la radiotelevisión es la convergencia con la banda ancha, donde la oferta será mayor y con menos restricciones de acceso.
Pero, ¿por qué el servicio público debe limitarse al audiovisual y una oferta de información y entretenimiento limitada?
Es hora de plantear un servicio público digital donde se combine un acceso universal y gratuito a internet para evitar la brecha digital con una oferta y desarrollo de contenidos públicos, sociales y de dominio público.
A través de esa red, los ciudadanos deberían tener acceso a todos los servicios públicos (urgencias, salud, educación, ciencia y cultura) y de administración electrónica, a los contenidos y servicios de la radiotelevisión pública (estatal, autonómica y local) y a todas aquellas iniciativas sin ánimo de lucro cuyo objetivo sea ofrecer a los ciudadanos contenidos y servicios de dominio público.
Un sistema de acceso y contenidos gestionado como un procomún de la era digital.
Ese nuevo servicio público digital debería sustituir al de radiotelevisión, cambiar el concepto del servicio universal de telecomunicaciones y el uso de las tasas del espectro radioeléctrico, utilizadas ahora para financiar a las administraciones y a RTVE con el cambio en su financiación.
Esas tasas podrían invertirse en enriquecer la propia sociedad de la información, tal como demandan ayuntamientos y otras administraciones desde hace años intentando ofrecer acceso a internet -sobre todo wifi- y reclamando mayor inversión en infraestructuras de telecomunicaciones para evitar una nueva brecha digital.
Un acceso público universal debería reducir el riesgo de dividir la sociedad en ciudadanos premium, los interesados o capaces económicamente de acceder a todos los servicios de la sociedad de la información, y el resto.
El servicio público de contenidos debería ser además el motor de la innovación, la creación y la comunicación de la cultura, la ciencia y los contenidos sociales más allá del interés de las empresas por ellos.
Para las telefónicas puede ser un acicate para mejorar la calidad y oferta de sus redes, tanto en precio como en servicios, como la radiotelevisión pública ejercer ese papel motor del mercado audiovisual.
El futuro de las telecomunicaciones está en la oferta de nuevos servicios y la convergencia audiovisual. Por eso se ha desatado la pelea por la neutralidad de la Red y la apuesta por el acceso a los contenidos a través de aplicaciones móviles, controladas por operadoras o por los desarrolladores de equipos como Apple.
Los nuevos servicios y productos necesitan un ancho de banda y unas prestaciones que las operadoras deben mejorar y desplegar con las redes de nueva generación en los próximos años.
El servicio público digital debería financiarse con las tasas de las nuevas redes y aplicaciones o con servicios prestados por las propias operadores y empresas según las condiciones establecidas por el Estado.
El nuevo plan de banda ancha propuesto por la Federal Communications Commission (FCC) norteamericana recoge algunas ideas similares cuando reclama la disponibilidad de servicios gratuitos o de bajo precio de banda ancha inalámbrica. Y también cuando propone una reserva de espacio radioeléctrico para servicios innovadores de telecomunicaciones. Espacio libre para la innovación.
Es la hora. El dividendo digital se puede gestionar como una reasignación de frecuencias para el uso comercial y el aumento de los ingresos de las administraciones, pero también para repensar los servicios públicos y el acceso de los ciudadanos a la información, la ciencia, la cultura, la educación, los servicios de salud, el egobierno y para asegurar una completa alfabetización digital.