La Casa Real no ha permitido reporteros este año para contar de qué hablan los políticos y representantes institucionales en los corrillos de la recepción de la fiesta nacional. Pero periodistas había. Muchos, casi 200 entre directores, empresarios y ejecutivos de medios, columnistas, caras televisivas, etc.
Los periodistas renuncian a la información, pero no a la representación y el protocolo. Los reporteros no estarán por primera vez en una recepción tradicional, pero la Casa Real ha tenido la buena idea de aumentar los periodistas invitados a cambio de cerrar el paso a los que iban a hacer su trabajo.
Y, claro, aceptación general con muy pocas excepciones. Y, desde luego, pocas críticas. Como tantas veces. De punta en blanco a la celebración en el país de los pintureros.
La progresiva falta de transparencia de la Casa Real lleva a que este año sólo haya cobertura gráfica y de pool. Nada de información.
¿No era el momento adecuado para una protesta y un gesto contra el periodismo figurante?
Si los periodistas son los depositarios del derecho a la información de la ciudadanía, deberían recordarle al Rey sus equivocaciones y abusos. Y que él también se debe a los ciudadanos.
Pero de nuevo el periodismo español se deja pisotear por la estrategia del canapé. Para que luego nos quejemos de las barreras a la información y el trabajo de los reporteros que cada vez abundan más.
Así no se puede ni hacer periodismo ni defender el derecho a la información. Quienes son responsables de los medios deberían ser conscientes y tener un poco mas de coraje cívico y profesional. Sus periodistas lo agradecerán. El público, también.
Coda: ¿No va siendo hora de replantear esta antigualla de los desfiles militares identificados con la nación? ¿No es demasiado arcaico y poco cívico? La democracia ya no empieza con el servicio militar.