Los políticos están en los medios, como siempre. Pero una de las peores perversiones de los últimos años es la aparición frecuente de los políticos pagada en los medios. Entre las actividades extraparlamentarias declaradas por los diputados del Congreso, 90 declaran colaboraciones en los medios de comunicación. Algunas son ocasionales, pero otras son muy frecuentes, casi fijas. La situación se repite en las cámaras y otros órganos autonómicos.
Es el resultado principal de la explosión de tertulias políticas que llenan radios y televisiones.
Los políticos ya no están en los medios para defender sus ideas ni su actividad, sino como estrellas y atractivo fundamental de un modelo de periodismo y política espectáculo basado en la opinión por encima de la información. Mucho más barato y que gusta a la audiencia.
¿Deberían cobrar los políticos por su participación en los medios?
Evidentemente, no. Sus cargos públicos son pagados por los ciudadanos y deben aparecer en los medios para dar cuentas de su actividad e iniciativas, orientadas al servicio público y justificadas por su actividad.
Que además perciban una remuneración por esas colaboraciones y aparición -en algunos casos muy frecuente- en tertulias y programas políticos dice bastante poco de sus verdaderos intereses y de la independencia entre medios y políticos.
Pero también de cuál es el verdadero objetivo de los medios al invitar a los políticos. El espectáculo se impone a la cacareada función social y democrática de los medios.
Políticos y medios deberían revisar sus lazos y conexiones y la forma en la que se relacionan. Es muy difícil defender la utilidad y sinceridad de su función democrática cuando se incurre en este tipo de comportamientos.