José Miguel Larraya, Defensor del Lector de El País, escribe sobre las ruedas de prensa sin preguntas y los intentos de políticos, instituciones y empresas por superar el filtro periodístico ofreciendo señales institucionales y demás material de marketing y propaganda que son utilizados a menudo por los medios sin la debida precaución y encantados de ahorrarse gastos y trabajo.
Las nuevas campañas políticas son todo un ejemplo, y como en toda organización vertical, el hábito se extiende de altos dirigentes a cargos locales o de partido.
Por eso, entre otras cosas, perdemos libertad informativa, tal como denuncia el último informe sobre libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras.
Los medios no suelen entrar a fondo en el debate. Es más cómodo y barato recibir material que hacer información. Muchos gerentes y cargos supuestamente periodísticos, encantados. Tanto que Larraya, defensor del buen periodismo del diario líder, concluye:
"Las ruedas de prensa sin preguntas son, como las cervezas sin alcohol, una necesidad del mercado".
Y Vicente Jiménez, director adjunto del periódico, después de decir que "una conferencia de prensa sin preguntas de los periodistas es un sinsentido", diferencia discursos y declaraciones institucionales, para defender el acudir a esas convocatorias citando la negativa a las preguntas para estar donde la ¿noticia? se produce y así deja abierta la franquicia a la comunicación y a la fijación de la agenda por otros con intereses ajenos a los informativos.
Las ruedas de prensa sin preguntas no son ruedas de prensa ni "una necesidad del mercado". Mejor. Son una necesidad de un mercado que no es el de la información. Por eso no se deben reflejar. El que quiera publicidad que la pague y quien difunda propaganda, que se sepa y diferencie de la información.
En una mayoría abrumadora de casos lo dicho en esas pantomimas no se contrasta con otras fuentes, con los datos ni con la realidad. El truco de la moderna comunicación es inundar de informes, notas de prensa y actos a los periodistas para que la realidad quede oculta ante tanto material que, supuestamente, hay que publicar.
Los periodistas timoratos, salvados: "Es la actualidad", dicen, "¿cómo no vamos a contar lo que pasa".
Es que no pasa, es un fantasma creado para que los medios lo difundan y los ciudadanos queden atrapados en las redes propagandísticas del poder y los intereses.
Lo real es otra cosa. Y no suele dar ruedas de prensa.
En el caso de las señales institucionales, fotografías o cortes de audio o vídeo, su utilización indiscriminada como elemento de la información es un fraude al público.
Periodismo altavoz o vocero, se llama con razón.
Dice Vicente Jiménez que la solución es hacer periodismo. Como decía Walter Lippmann, "la función de las noticias es resaltar un acontecimiento, la función de la verdad es traer a la luz los hechos ocultos". Se yerra cuando se acepta dar publicidad a un acontecimiento que está diseñado para captar la atención del público mientras se restringe la parte oculta, la verdad.
Se puede acudir a las citas imprescindibles, pero para buscar información, no para publicar el evento y sus mensajes. Como mucho se puede reflejar aquellos elementos de la cita que contextualicen la información y ofrezcan detalles para su mejor comprensión. Punto. Para eso no hace falta el dijo y añadió. O al menos se puede/debe reducir a la mínima expresión.
Mientras los medios y los periodistas sigan publicando las declaraciones y proclamas de las pantomimas comunicativas, el marketing y la propaganda seguirán imponiéndose a la información.
La solución es sencilla, pero hay que tener coraje: buscar información, no declaraciones; publicar noticias, no comunicados.
¿Todavía no han aprendido tantos medios que lo importante no es llenar páginas y páginas, minutos y minutos de noticiario, sino ofrecer la información que de verdad interesa e importa?
Eso hace la vida más difícil a los periodistas y a los medios, también a los manipuladores y a los comunicólogos del encubrimiento, pero mejora enormemente la calidad de la información.
Es otro mercado. Sin duda. Y los periodistas cambian de mercado y de cliente cuando aceptan estar en un terreno que no es el suyo ni el del público, ni el de la información veraz.
P21 | Perdemos libertad de información