Apoyados en 25 años de poder, la esperanza de la paz por la superación (olvido de terror y sus víctimas) del conflicto, la complacencia de los ricos y el adoctrinamiento de este cuarto de siglo de propaganda y educación, los nacionalistas tienen las de ganar y las víctimas (de sangre y políticas), como siempre, las de perder
Frente a la política inmovilista, frente a la reiteración de los mensajes, frente a un centrismo político arraigado en la Constitución y defendido por los partidos nacionales, la ciudadanía vasca apuesta por el mito y la revolución. Ideas movilizadoras y de progreso frente al dolor y el terror, alienado como si ocurriese a miles de años luz, a otras gentes, como si sólo afectase a los que no son vascos o son malos vascos.
Es una sociedad ensimismada, tanto que ha sabido ocultarse a sí misma el dolor, el miedo y el sufrimiento de muchos de sus ciudadanos, que no existen para el resto. Molestan con su trágico recuerdo, con su memoria constante del dolor, con su desgracia.
Euskadi quiere ser feliz, forma parte de su mito original druídico, de su propia eugenesia. Las víctimas del terror son una amenaza constante para esa felicidad.
Es una sociedad complacida de sí misma, de su bienestar y su ensimismamiento. Contra eso no se puede luchar con status quo, con principios y sufrimiento.
Esa sociedad quiere más bienestar y mitos, y el PNV ha encontrado la fórmula para rentabilizarlo políticamente apoyada en el agotamiento de ETA gracias a la lucha policial y al estrangulamiento económico logrado con la Ley de Partidos.
La izquierda abertzale ha hurgado con inteligencia en las grietas del sistema y ha marcado sus tiempos. La feroz oposición de algunos a casi todo y el oxígeno insuflado por otros les han disparado al mejor resultado nunca logrado.
Madrazo y su EB con aires verdes saca tajada al presentarse como la cuota progre del gobierno vasco.
Los socialistas han sido incapaces de explicar su alternativa. A medias de todo, sin mensajes concretos ni mitos. Ni futuro ideal ni defensa de otro pacto más ciudadanos y menos comunitario, menos orgánico.
El PP sólo jugó a la contra. Anclado en su defensa numantina de la Constitución superada y de las víctimas olvidadas. María San Gil, conocedora de sus pocos resquicios, se ha dedicado a pugnar con el PSE-PSOE. Otras elecciones contra los socialistas, sin esperanzas de cambiar nada.
Frente a la dureza de la vida diaria, frente a la realidad del miedo y la sangre, frente al inmovilismo, el país 51/49 apuesta por el mito, por un sueño. Realistas y pesimistas, a la cola.
Manifestamos nuestra voluntad de formalizar un nuevo pacto político para la convivencia. Este pacto político se materializa en un nuevo modelo de relación con el Estado español, basado en la libre asociación y compatible con las posibilidades de desarrollo de un estado compuesto, plurinacional y asimétrico.
Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi (Plan Ibarretxe)
Elecciones vascas
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