Lápida será mi ausencia sobre este pobre pueblo que tendrá que seguir respirando bajo ella sin haber muerto por no haber podido nacer. Yo, el Supremo.
Augusto Roa Bastos ha muerto a los 87 años. El autor de la novela del dictador más importante desde el Tirano Banderas, de Valle, la obra que inauguró enfurecidamente empotrada en la realidad un género, reflejo de la maldición de tantos hombres y pueblos.
Murió Roa. Paraguayo, exilado, perseguido, porteño de adopción y parisino como tantos escritores latinoamericanos que topaban en España con otro supremo embebido y se refugiaban en la proteica Francia de entonces.
Premio Cervantes 1989 y autor del boom por exilio y por intención de huir de otra dictadura, "la pesadez del estilo español". Esa umbría literatura que todavía asoma, pesadísima.
Y entonces encontró a William Faulkner. ¡Qué habría sido del boom sin el desenterrador de las letras de Sur!
Y topó también con Carpentier y su anhelo por la obra total. "El escritor debe empezar a escribir cuando tiene algo que decir". Roa tenía la palabra contra la dictadura casi perpetua de Paraguay y el terror de Stroessner, tirano.
"Todos somos libros, solamente que nos faltan lectores", decía este hijo de hombre que nos dejó uno de los relatos más terribles, egocéntricos, completos y maravillosos de la fascinación del poder absoluto.
Pagina12 | El hombre que dio una larga pelea contra el poder
ABC Color | Última entrevista con Roa Bastos