Los presentadores virtuales son sorprendentes al principio, pero luego todo el mundo se olvida de ellos. Aguantan bajo cámara las 24 horas, pero ni la bella Ananova fue capaz de emitir el calor suficiente para dejar de ser una avatar, una encarnación virtual humana.
¿Acabará Sam con la maldición?
Verlo así, tan contento y amable, con esa sonrisa de auténtico presentador de televisión. Nada que ver con Max Headroom, ¿te acuerdas?, el héroe ciberpunk antes llamado Edison Carter convertido en una recreación digital televisiva por su propia emisora, aquella Network 23 totalitaria y orwelliana que te castiga a no dejar de ver la caja tonta.
Sam sólo aspira a ofrecer la previsión del tiempo de forma automática por televisión, internet y móviles en tres idiomas (catalán, castellano e inglés). Es una es una creación de Activa Multimedia, filial interactiva de la Corporació Catalana de Ràdio i Televisió (CCRTV), en colaboración con las universidades Pompeu Fabra (diseño 3D) y La Salle de Barcelona (síntesis de voz).
¿Qué fue de Ananova, la chica del pelo verde? Apareció en 2000 y deslumbró, pero ahora está en reconstrucción y casi nadie se acuerda de ella.
Los presentadores virtuales no enferman, están siempre al pie del cañón y no dan problemas laborales. Incluso la ABC norteamericana llegó a pensar en digitalizar a Peter Jennings, su presentador estrella.
Oddcast ofrece presentadores virtuales para cualquier web. Escoges apariencia, escribes lo que quieres que digan y ya. Bueno, hasta aquí no hay mucha diferencia con los presentadores de carne y hueso. Si ya los reales no acostumbran a salirse del guión, imagina los virtuales.
No sabemos si a Sam le protegerá el Estatuto del Periodista Profesional o si lo colegiarán en el Col·legi de Periodistes, pero él nunca se saldrá del guión.
Te añoramos, viejo Max. Sam no será un auténtico busto parlante ni William Gibson se peleará por escribirle un guión. En TV3 ya piensan en clonarlo para automatizar otras informaciones. Al ritmo que vamos, con televisiones amordazadas, con políticos que no admiten preguntas, parlamentos cerrados a los periodistas y las relaciones públicas sustituyendo a la información, Sam puede tener el futuro asegurado.
¿Qué será de los periodistas de carne y hueso que no acepten ser automatizados? ¿Se quedarán sin carné de periodista profesional?
Vuelve, Max.
.:: SAM - Tu hombre del tiempo ::.