Leonor nació esta madrugada en medio de la lluvia y de un ambiente más tormentoso en la política que en la realidad. Su efecto va a ser grande:
>> Mediático: preparémonos para la saturación de empalagosa palabrería e imágenes sobre el nacimiento, los papás, la familia (la Real y la otra) y esas ilustrativas opiniones a pie de calle tan socorridas en estos casos.
Esta mañana Carles Francino prometía en la Ser intentar no dejarse ahogar por la melaza. Otros se lanzan de cabeza a su vocación de pasteleros. TVE lo hace con la cercanía emocional del pasado en la casa de la periodista Letizia y lo acentúa porque una amiga es la encargada de cubrir la información. Pero además la tele estatal está obligada por su misión de construir y legitimar mediáticamente a la Monarquía, siempre apoyada en el ceremonial y, por tanto, dependiente más que nunca que los medios.
Para las revistas y la invasión del corazón que sufrimos en casi todos los medios, bendiciones antes para el último trimestre. Si la publicidad va bien, acontecimientos como éste la animan y atraerán a la audiencia, mejorando cifras y objetivos.
Una gran parte del público permanecerá apegada al cuché y a las imágenes prendadas de los acontecimientos sencillos y felices. La pareja que tuvo la boda más fea de España (con esa horrible catedral y aquella lluvia) se resarcirá con el natalicio, y la presentación (¡pobre estatut!) y el bautismo (¿otra vez Rouco?).
>> Político: el melón constitucional se abre definitivamente y todos comienzan a tomar posiciones. Unos pretenden que la reforma del artículo 57.1 de la Constitución para eliminar la preferencia del varón sobre la mujer en la línea hereditaria concilie urgencias y consensos para otras reformas. Otros temen la mezcla de unas oportunidades con otras.
La derecha anda encastillada en hacer de la Constitución unas tablas de la ley inmutables, como si la voluntad de los ciudadanos y sus representantes no bastase. El mecanismo de reforma es claro y mayoritario y pone las precauciones necesarias, otra cosa es la voluntad política y la oportunidad.
Si la Constitución se toca para modernizar la Monarquía cae el mito de la inflexibilidad textual y entonces algunos se preguntan cómo pararán otros cambios.
Rebaja en la crispación del estatut. Con un poco de suerte o planificación, Leonor será presentada coincidiendo con el pleno de admisión a trámite del proyecto de reforma del estatut catalán en las Cortes. La atención se desvía y la crispación baja, pero también dismininuye la atención a las palabras en beneficio de las imágenes del bebé y los sentimientos filiales desbordados. Para unos, una suerte, para otros, una coladera.
>> La Monarquía. El príncipe Felipe quiere la reforma constitucional para que su hija, nacida infanta, pueda llegar a ser reina. José Luis Rodríguez Zapatero anunció desde bien pronto su intención de cambiar el artículo 57.1 para llevar la igualdad de sexos a la realeza. La única pega a sortear es que Felipe siga siendo el Heredero por delante de sus hermanas, una tarea bastante sencilla.
Sobre la igualdad de sexos no hay nada que objetar, pero unas pocas voces (muy pocas) se preguntan por qué reformar la institución más desigual de todas. La Monarquía pone al Rey por encima del resto de los españoles y declara que su persona (artículo 56.3) es "inviolable y no está sujeta a responsabilidad", la única.
La realeza se funda en una radical desigualdad y por tanto quienes piensan que nadie debe estar por encima de los demás legalmente están en contra de una reforma que moderniza y suaviza la institución, enmascarando su anacronismo y sus privilegios.
Rodríguez Zapatero, nieto del capitán Lozano, es hoy uno de los mayores enemigos de la tradición republicana en España con su fervor por preservar la institución dinástica.