Rueda de prensa final de la ansiada Cumbre Iberoamericana de Zapatero, en la que se tenía que cambiar la política de este tipo de citas en busca de presencia internacional y efectividad. En la mesa, los presidentes de España y Uruguay, José Luis Rodríguez Zapatero y Tabaré Vázquez, y el ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos. Veinte preguntas cuidadosamente organizadas en turno por Moncloa. A un extremo del escenario del auditorio del Palacio de Congresos de Salamanca, Fernando Moraleda, flamante estreno del secretario de Estado de Comunicación y nuevo estilo. El propio Moraleda dando el turno a los reporteros micrófono en mano.
Moraleda tuvo un momento de gloria cuando advirtió a los periodistas de que "en unos momentos empezamos, en cuanto llegue el señor Tabaré". Se oye un murmullo, "¿quién?", el presidente Vázquez, de Urugay, apunta alguien, Tabaré de nombre, como José Luis.
El sustituto de Miguel Barroso no ha tenido un buen estreno. Un par de días antes se le coló el ministro de Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque, anunciando a los periodistas que los líderes iberoamericanos, por primera vez en 15 años de cumbres, condenarían el bloqueo (por muy matizado que haya quedado al final) de Estados Unidos cuando antes sólo maldecían la ley Helms-Burton, que permite represalias contra terceros países con relaciones comerciales con la isla de Fidel Castro.
A Moraleda le ganaron por la mano. Estuvo lento y con él, Javier Valenzuela, director general de Información Internacional, que ya está pensando en otras cosas, ahora que sabe que no comerá el turrón en Moncloa, y ve el mundo (y al El Mundo) con la óptica de El País, a donde volverá.
Moncloa tardó 48 horas en explicar que se adoptaba por primera vez el lenguaje de Naciones Unidas, a pesar de la disputa sobre las traducciones. Cosas que pasan cuando hay equipo nuevo en la oficina.
Entretanto, una cumbre polémica como pocas, con la embajada americana bombardeando Salamanca y los cubanos, como si asaltaran de nuevo el cuartel de Moncada.
El nuevo equipo de comunicación de Moncloa tendrá que espabilar. Ahora no vale la disculpa de que "estamos reordenando el mapa audiovisual" y tal como anda el patio no hay más plazo de cortesía para suavizar el aterrizaje. En Moncloa no hay tiempo para barbecho.