Ivonne Bordelois es poeta y autora de un libro, La palabra amenazada -Premio Ensayo 2005 de La Nación-, donde propone una alianza estratégica: la poesía y la música como fuentes de reconquista de la lengua.
Una santa alianza entre el arte más próximo a los jóvenes y a su vida de todos los días, parloteada entre chat y SMS como antes se sincopaba en una economía léxica brutal para ocultar su significado del mundo obligado de los mayores.
Ahora que se celebra la poesía de Dylan (Bob, no Thomas, pero a todo se llega) y cuando algunos artistas recuperan espacios lingüísticos, es un buen mensaje. Me pregunto si en estos años no hemos perdido mucho conocimiento a fuerza de letras pobres.
Reviso las letras barrocas de Radio Futura, su simplificación heterónima por Juan Perro y los entremeses de Joaquín Sabina en busca del duende.
Asalto con los desposeídos del paraíso occidental la fortaleza europea aporreándola con el Clandestino de Manu Chao. De fuera, Placebo en vena, Beth Gibbons, la cibernarrativa de Radiohead o la celebración nocturna de Nick Cave (no es el mismo lenguaje, pero los significados valen).
¿Dónde está la literatura equiparable? Alguna hay, pero sobra tanta bazofia sentimental.
Santa, maldita y necesaria alianza: música, poesía, ciberíada, rebelión.
Bordelois quiere salvar la lengua como logos y argamasa de la comunidad. La lengua por encima de la literatura para seguir pensando críticamente y poder reconstruir la comunidad. "La primera base de lo comunitario es el lenguaje" (otra vez Dewey, al que hoy reseñan en ABC).
La poeta argentina resalta que "los adolescentes tienen la tendencia a plegarse a la cultura de la gesticulación, de la imagen, del cuerpo; se expresan mucho más desde el punto de vista físico". Y menos mal. Lo latino es cultura del roce, no como los anglosajones, tan mirados con la piel, y por eso son tan subversivos algunos gestos.
Vuelve el informalismo en esa ropa no forma, pero es una rebelión marketinizada porque la cultura de consumo pop expía todos sus vicios en penitencias de dinero.
"La escuela y los medios de comunicación cometen un genocidio con los adolescentes, cuando en las telenovelas aparecen parejas que se expresan con un lenguaje terriblemente pobre, de una pobreza que te hace llorar porque no pueden entender sus propios sentimientos por la carencia de léxico". Acertadísimo.
¿Quién lee hoy poesía? ¿Hay poesía en las canciones? Los del hip hop dicen que sí, y la hay, pero algunos arritmos y malas rimas hacen dudar.
"El lenguaje está amenazado porque es una amenaza: si nosotros nos asentamos en las riquezas naturales del lenguaje, nos constituimos en una gran amenaza". Se sabe desde los griegos, acordaos de Sócrates el ágrafo. Y luego los cantares de las religiones del libro.
Habría que ver hasta qué punto se produce una especie de calentamiento de la superficie lingüística global al tratar de condensar y alcanzar más velocidad en el lenguaje.
Ivonne Bordelois repara en la velocidad y pregunta: "Esta es una cultura que tiene que decidir si quiere comunicar más, o más rápido". Yo creo en ambas, y ella también, y pone como ejemplo la buena literatura norteamericana. Ahora más, con la conversación viva universal. Pero para no perder significado es obligado recuperar logos y sentidos, eliminar redundancias y apostar por una semántica fuerte.
En su concesión del Premio La Nación, dijo:
"Si la palabra está bajo fuego enemigo es porque la fuerza y el poder de la palabra son temibles, y de allí la necesidad de aniquilarla. De la palabra nace el espíritu crítico y la inspiración creadora, de la palabra el juego, el poema, el canto y el amor, de la palabra nacen la memoria y el conocimiento, de la palabra nace la libertad. Y si se quiere destruir con tanto ahínco la palabra es porque se necesita una sordomudez fundamental para aceptar la inmensa cantidad de chatarra política, comercial y mental que nos rodea y nos asfixia sin cesar."
Sagradas y veloces palabras.